Entre los 16 equipos de Primera División no hay ninguna futbolista que sea madre. Las condiciones laborales de las mujeres en el deporte español están lejos de ser profesionales, y a la falta de convenios o una ley que establezca las normas sobre las que poder trabajar se suman unas cláusulas antiembarazo que firman por miedo a quedarse sin trabajo y la imposibilidad de conciliar. Las futbolistas no quieren ser madres en las actuales circunstancias.

«Hay preocupación entre las jugadoras», dice Laura del Río, jugadora del Madrid CFF y miembro del Comité de fútbol femenino de AFE. «A muchas les gustaría ser madres, pero que serlo no fuera un problema que te llevara a dejar tu carrera deportiva». Teresa Arévalo, diputada de Podemos y portavoz de Deportes, insiste en la necesidad de legislar antes de concienciar: «Esta foto es imposible en nuestro país. El deporte femenino está en las cavernas de la igualdad, y hay que darle los instrumentos a estas mujeres».

COMO EL DOPAJE // Se trata de cláusulas que suponen la rescisión unilateral del contrato, y que equiparan el embarazo con el dopaje o una mala conducta. En el 2016, dos deportistas reconocían abiertamente haber firmado estos condicionantes en sus contratos. La futbolista Mariajo Pons no reveló el nombre del club, pero sí el hecho: «Puedo entender el temor de los equipos por perder jugadoras, pero no a costa de hacer cosas ilegales», decía en una entrevista concedida a El Mundo.

Ser madre no está contemplado en el deporte. No hay ligas profesionales ni convenios colectivos. La mayoría de las deportistas carecen de contratos. «No hay una estructura federativa y normativa en la que una se queda embarazada y luego puede conciliar», explica la abogada María José López. «Partimos de un vacío donde la mujer está totalmente desprotegida y el convenio laboral es solo para ellos», denuncia.