El Tribunal Supremo ha condenado a 15 años de cárcel por delitos de blanqueo, conspiración para el asesinato y tentativa de estafa a Kakhaber Shushanashvili, jefe de una organización criminal en su mayoría formada por ciudadanos de la República de Georgia, y que operaba desde Barcelona. Su ámbito de actuación era Cataluña y el Levante español.

Los magistrados condenan a penas que oscilan entre los 3 meses y los 7 años de prisión a otras 10 personas relacionadas con la organización por los delitos de blanqueo o falsificación de documentos oficiales.

El Supremo reduce la condena al jefe de la organización de los 20 años y 11 meses de cárcel que le impuso la Audiencia Nacional a 15 años y 3 meses, al considerar que no había pruebas suficientes para condenarle también por delito de tenencia ilícita de armas y falsificación de tarjetas de crédito. El alto tribunal también ha modificado otras penas y absuelve a algunos acusados.

La conspiración para el asesinato por la que es condenado Shushanashvili se refiere al plan para matar a un miembro de una facción rival en Niza (Francia) que fue abortada en enero de 2010 por la Policía francesa, con información de la española, con la detención en territorio galo de las personas que habían recibido el encargado.

EL LADRÓN EN LEY

La sentencia relata de la Audiencia Nacional detallaba que el líder de la organización, Kakhaber Shushanasvilli, tenía la categoría de “ladrón en ley” ('vor v zakone', miembro de la mafia rusa, según el argot utilizado por estas organizaciones) y estaba vinculado a su hermano Lasha, quien dirigía el grupo desde Grecia.

Como “ladrón en ley”, Shushanashvili se ocupaba de los fondos de la organización, de la caja común (obschack), que se nutría del dinero que los miembros de la organización recababan y le hacían llegar en su mayor parte de sustracciones en domicilios, generalmente llevadas a cabo en el extranjero.

Entre las actividades desarrolladas por la organización para poder aflorar fondos, Shushanashvili constituyó en el 2009 una sociedad para explotar distintos negocios de limpieza y lavado de vehículos, así como una sociedad de paquetería, todo ello con la ayuda del español Juan Miquela Tomillero, según la sentencia.