No solo de bolsos, camisetas y zapatillas falsas vive el ‘top manta’.Auriculares, cargadores, fundas, drones de juguete y palos de selfi falsos o ilegales se ven en los improvisados tenderetes de los manteros con la misma credibilidad que ofrecen los ‘Prada’, ‘Louis Vuitton’ y ‘Armani’ que se muestran al lado. Pero el ‘top manta’ tecnológico tiene otras vías: los artículos más caros se venden por internet o en tiendas con pocos escrúpulos. Y es que el mantero va cada vez más enfocado al turista y la gente no está dispuesta a hacer grandes dispendios en plena calle, explican sus protagonistas.

En Europa, un reciente informe de la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), con sede en Alicante, y la Unión Mundial de Telecomunicaciones sostiene que se han vendido unos 14 millones menos de teléfonos en el 2015 por los terminales falsos, aunque la estadística incluye también los terminales que fueron reparados en talleres no oficiales y a los que se añadieron componentes no registrados, como pantallas o carcasas. La parte española de este pastel hubiera supuesto, siempre según este estudio, 386 millones de euros más de facturación para las compañías, el equivalente al 10% de las ventas en el 2015. Un entremedio entre el 19% que alcanza en Rumanía y el 3% de Suiza.

También la OCDE, en otro informe publicado a principios de este mes advertía de que el 6,5% de los productos tecnológicos que se vendieron a nivel mundial en el 2016 son falsos y que la cifra duplicaba la del año anterior. Entre ellos, cargadores, auriculares y baterías que funcionan con problemas o se rompen al poco tiempo.

Las pérdidas no solo son económicas. Según la EUIPO, "empobrece la calidad de los servicios de telecomunicacionesimpactando la experiencia de los clientes y las empresas, crea unproblema de seguridad entre los consumidores por el uso de componentes y materiales inadecuados o defectuosos, aumenta las amenazas de ciberseguridad, pone en peligro la privacidad de los consumidores, perjudica la seguridad de las transacciones digitales, daña a los consumidores financieramente más vulnerables dejando de ofrecerles las garantías amparadas por la ley y crea un riesgo para el medio ambiente y los consumidores".

ADMISIÓN SOCIAL DE LA PIRATERÍA

Pero estas amenazas no parecen calar en buena parte de los consumidores. Según la EUIPO, el 31% de los españoles considera que es "admisible" comprar una falsificación de un producto cuando el original es "muy caro". Como anécdota, son notables las búsquedas en Google en España de los términos “IPhone 7 falso”, “réplica Samsung” y similares, y además creciendo en el último año. Algunas páginas web incluso, las utilizan para atraer tráfico hacia artículos aparentemente legales.

Los canales para acceder a este tipo de dispositivos falsificados ha cambiado y ha pasado de la venta física en tiendas, donde se decomisaban más productos hace unos años, a la venta 'online'. En Barcelona, según la Guardia Urbana, los decomisos de productos electrónicos en el ‘top manta’ de la ciudad actualmente son casi anecdóticas, producto también de la mayor represión del fenómeno. Influyen dos factores: ya eran mucho menos habituales en comparación con las zapatillas de deportes, los bolsos o las gafas de sol, y además son productos más fácilmente transportables y escondibles que las grandes bolsas manteras. “Los que venden palos de selfies (el producto tecnológico ‘mantero’ más habitual en la ciudad) suelen llevar como mucho una mochila”, admite un portavoz del cuerpo.

También la Agencia Tributaria ha registrado un descenso de estos productos, vinculado al endurecimiento de las inspeccionessobre los aranceles declarados en origen. En el 2016, las aduanas aprehendieron unas 177.000 unidades de equipos electrónicos y componentes (no incluyen videojuegos), con un valor estimado de 1.570.000 euros. Esos 177.000 unidades, aseguran fuentes de la agencia, suponen el 7% del total de falsificaciones aprehendidas y comprenden desde móviles, accesorios, componentes como pantallas, memorias o baterías, aparatos de vídeo y audio, tarjetas de memoria externa, cartuchos de tinta y ordenadores o sus componentes. La cifra, aún así, es manifiestamente inferior que la del 2015, cuando se intervinieron más de 603.000 equipos y componentes electrónicos falsificados (el 23% del total, una cifra récord en los tres años anteriores).

El tema es tan grande que las multinacionales dedican equipos propios o contratan servicios para intentar eliminar estos productos de la red. “La mayoría son mercados de compraventa asiáticos, pero se encuentran en cualquier tipo de web. En España son una mafia, redes organizadas que se abastecen desde Asia, porque es donde están los productores, y que llegan a clonar páginas webs originales”, explica Laura Urquizu, CEO de Red Points, una agencia de protección de marcas en internet.

Clones en China de Xiaomi

Algunos de estos artículos resultan casi imposibles de detectar para un consumidor, a quien no se le puede pedir que sea experto en marcas de lápices USB o que averigüe si un circuito electrónico interno está falsificado. Y más si la compra se realiza tras ver la foto que alguien ha colgado en una web. Hasta en China, donde se fabrican la mayoría de los móviles mundiales y sus clones, el presidente de Xiaomi, una de sus marcas estrella con prestaciones equiparables a los móviles más codiciados, admitía este mes que un tercio de los terminales con su marca son falsos y anunciaba una app para que los compradores de sus móviles comprueben que no les han timado.

Apple --que tiene abierto en su web un formulario para alertar de falsificaciones-- denunció el año pasado a los distribuidores de buena parte de los cargadores que se vendían a través de Amazon. La compañía puso una demanda contra una de estas empresas, Mobile Star, después de analizar más de un centenar de accesorios diferentes para sus aparatos y concluir que el 90% de lo que se vendía era falso, lo que indujo a una retirada masiva de productos por parte de la multinacional del comercio online.