Cuenta un conocido corredor que todos los días de encierro pisa siete pasos de cebra y evita poner el pie sobre el resto. Y esa costumbre solo es una pequeña parte de un amplio ritual que desarrolla desde que se levanta hasta que suena el cohete. Ayer, viernes, 13, y seis jandillas en corrales las supersticiones se multiplicaban en Pamplona. Con todo, los jandillas volvieron a dar muestras de su rapidez y del peligro que imprimen en todas sus participaciones en San Fermín.

Dicen que los miedos son humanos. Tan humanos como aferrarse a lo que sea, un amuleto, un rezo, un simple abrazo de alguien, para superarlos. Los que huyen del gato negro y no pasan por debajo de ninguna escalera dirán que el viernes 13 dio mal fario tras registrarse un herido por asta. Pero lo cierto es que el balance de heridos del sexto y encierro de los Sanfermines podía haber sido más grave a tenor de lo sucedido duranet la carrera.

MOMENTOS DE PELIGRO // La manada enfiló la cuesta de Santo Domingo arropada y con uno de los astados tirando derrotes por la parte derecha. En el tramo final, un toro se adelantó y se llevó por delante a un mozo frente al vallado del ayuntamiento. A pesar de la aparatosidad, el corredor fue atendido por una herida por asta en el brazo. El jandilla, cual trofeo, se apuntó la gesta llevándose la faja del joven colgada en el pitón por Mercaderes.

A la entrada de Estafeta, la imagen de San Fermín fue testigo de cómo un corredor quedaba atrapado en el vallado de la curva con uno de los ejemplares. Sorprendentemente, el impacto tuvo mayores consecuencias en el animal, que quedó tendido mientras el mozo se encogía en la barrera. Sin embargo, la carrera siguió su curso con cuatro por delante con los cabestros y dos metros atrás. Mateo Ferris, de Onda, volvió a hacer encaje de bolillos para situarse entre la manada, en la misma zona que corrió Juan Carlos Ferrer, de Almassora.

HERIDO DE SEGORBE // Los sustos y la suerte en día de posibles desdichas se mantuvieron en la bajada al callejón, tramo elegido habitualmente por un aficionado de Alcalà de Xivert y en el que, precisamente, otro castellonense fue protagonista del momento más complicado del día.

El segorbino Manuel Zarzoso Fleta quedó entre los pitones del toro que cayó a la entrada del túnel. Debió de intermediar la Virgen de la Cueva Santa en aquello para que el jandilla pasara por encima del corredor, hijo del caballista de la Entrada de Toros y Caballos Fernando Zarzoso, rozando su camiseta en la que lucía la inscripción «Segorbe».

Ajenos al suceso, los cuatro primeros astados entraban a los 2 minutos y 10 segundos en chiqueros, con Gonzalo Izquierdo, de Almassora, siguiéndoles los pasos. Catorce segundos después lo hacían los dos últimos, que también dejaron pasar una presa fácil ya sobre el ruedo. En la línea de los encierros de este año.

Zarzoso, de 18 años, fue atendido en el hospital de traumatismos múltiples y dado de alta a mitad mañana, según confirmaron fuentes cercanas a la familia. Y en el Alto Palancia ya no creen en el infortunio que se le achaca a los viernes y 13. La suerte estuvo de su lado en Pamplona.