El riesgo que corrieron los sanitarios que atendieron a los dos misioneros repatriados por ébola fueron aún más graves de lo que se había denunciado. Según una investigación puesta en marcha por el Consejo General de Enfermería se registraron hasta una decena de fallos tanto en el material, como en la formación y en los protocolos que los pusieron en peligro de contagio. En el caso más extremo, tres enfermeros entraron a cuidar a los infectados sin ni una sola instrucción previa. Ni teórica ni práctica. Tuvieron que apañarse con los consejos que les dieron sus compañeros a las puertas de la habitación.

A uno de estos tres sanitarios le dieron la noticia nada más incorporarse de vacaciones en el turno de noche. “Te toca la (planta) sexta”, donde están las habitaciones de aislamiento, le dijeron sin más. El caso de dos celadores que participaron en “la preparación” de uno de los cadáveres es también llamativo. “Nunca habían estado en la unidad” de aislamiento, “ni habían recibido formación previa y no habían tenido la oportunidad de ponerse y retirarse el traje anteriormente”. Las enfermeras encargadas de los restos mortales tampoco recibieron instrucciones específicas. Tuvieron que pedírselas a la funeraria. Y otros cuatro enfermeros, al menos, reconocen que tampoco habían llegado a enfundarse el traje de protección antes de meterse en faena. ¿Puede extrañarle a alguien después de oír este relato que una sanitaria se infectara? El presidente de los enfermeros, Máximo González Jurado, que ayer presentó el informe, afirmó que fueron tanto los riesgos a los que se expusieron los sanitarios sin que se “tomaran las medidas adecuadas para minimizarlos que nunca se podrá saber la causa” del contagio de la auxiliar.

MATERIAL // Las deficiencias del material no se quedan atrás. El informe desvela que las gafas eran inadecuadas al no ser antivaho, lo que llegó a poner en riesgo, como mínimo, a un paciente y a un profesional, dijo González.

Capitulo aparte merece la indumentaria. Cuando el 9 de octubre comienza una formación con simulacros, descubren que la protección de las piernas no es impermeable, que los guantes externos tienen la misma longitud que los internos y que en la retirada de los trajes la supervisión se lleva a cabo a través del cristal de la puerta. Dadas las dimensiones de la misma, solo permite ver de cintura para arriba. Una supervisión, por otra parte, prevista en los protocolos de la OMS pero no en los del Ministerio de Sanidad, que se llevó a cabo a iniciativa de los propios profesionales. H