La internacionalización, o la capacidad para atraer talento extranjero (tanto de profesores como de estudiantes), es todavía una de las asignaturas pendientes de los campus españoles. Y eso que prácticamente todas las universidades han hecho bandera de ello y, con fortuna desigual y más o menos recursos, no han dejado de explorar nuevos nichos de alumnos. Ha habido campañas en América Latina y se han organizado decenas de expediciones a China para captar, en ambas regiones, estudiantes interesados. Ahora el país más codiciado es Rusia, cuyos ciudadanos han incrementado en poco tiempo su presencia en las aulas españolas.

Con todo, solamente un 4,6% de los alumnos que cursan grados universitarios en España son foráneos, pese a que en los últimos años, sobre todo desde que Europa comparte espacio común en educación superior --el conocido como plan Bolonia--, las cifras han mejorado notablemente, según los datos del Ministerio de Educación correspondientes al curso 2016-2017. El número de estudiantes de grado extranjeros en las universidades españolas (públicas y privadas, presenciales y a distancia) ha aumentado un 43% desde el 2009.

Por comunidades, Madrid y Cataluña, y en menor medida la Comunitat Valenciana, lideran el ránking de preferencias de los estudiantes extranjeros.

POCO INGLÉS // Pese a los avances, ¿por qué los estudiantes extranjeros no ven suficientemente atractivo sacarse un título de grado en una universidad española, cuando esos mismos jóvenes sí escogen mayoritariamente España en programas de intercambio o de movilidad como Erasmus? Una posible explicación apunta a la escasa oferta que hay en los campus españoles de formación en lengua inglesa (la lingua franca internacional). Desde luego, «el idioma hablado en el país de destino y el idioma en el que se imparten los estudios son variables importantes para entender la movilidad internacional de estudiantes», corrobora Manuel Pereira Puga, investigador del CSIC. Y «la proporción de programas formativos impartidos en inglés todavía es limitada en España, a diferencia de países como Holanda, o Dinamarca, donde la presencia es muy alta», advierte.

Asimismo, el sociólogo apunta que el curso adicional que tienen los grados españoles respecto a la mayoría de países europeos «es muy plausible que desincentive la captación de estudiantes internacionales», que pueden obtener un título similar en un año menos si deciden cursar sus estudios en otro país», constata.