Un imprevisto insólito obligó a suspender este lunes el juicio contra los tres acusados por el crimen de Peñíscola del 2009, cuando un hombre murió quemado tras ser rociado con gasolina.

Este caso ya fue juzgado en 2012 en la Audiencia Provincial de Castellón, y en aquella ocasión las defensas alegaron que los autores del presunto asesinato eran los que este lunes se sentaban en el banquillo de los acusados. La sorpresa es que el abogado de uno de ellos, T. K., también defendió a uno de los procesados en el juicio de hace siete años, y en aquel momento su principal argumento para lograr la absolución de su cliente fue que el propio T.K. era uno de los culpalbes.

Este hecho, puesto de manifiesto por la fiscal al inicio de la vista, llevó al juez a suspender el juicio tras deliberar con el Ministerio Público y los letrados de la defensa y la acusación. Finalmente, el abogado, que según el propio juez podría incurrir en un «conflicto de intereses», decidió renunciar a la representación de su cliente para, en sus propias palabras, «no perjudicar» a T. K.

El procedimiento, que se retoma este martes, analiza la muerte de un marroquí en 2009. Según el escrito de Fiscalía, T. K y H. C., actuando como sicarios a las órdenes del presunto inductor del crimen, M. E. M., golpearon y secuestraron a la víctima a la puerta de su domicilio de Benicarló. Tras conducirlo en un vehículo robado a una zona situada cerca del apeadero de Peñíscola, lo habrían rociado con gasolina y prendido fuego, falleciendo «como consecuencia de la acción de los acusados» horas después.

Por todo ello, la Fiscalía pide 20 años y nueve meses de cárcel para los dos presuntos autores materiales del asesinato, y de 19 años para M. E. M., que habría ordenado el mismo. Por su parte, la acusación particular pide 25 años de prisión para los tres, mientras las defensas niegan su implicación.

MOMENTOS DE TENSIÓN // La primera jornada del procedimiento, finalmente suspendida, tuvo varios momentos de tensión entre los familiares de la víctima y uno de los acusados. En un momento en el que T. K. giró su mirada hacia el público, recibió insultos por parte de uno de los asistentes. Tras el receso, el presunto autor material del asesinato lamentó ante el presidente del tribunal el episodio y pidió «respeto» hacia su persona. El juez, por su parte, le recordó que ni él ni ningún otro asistente pueden girarse hacia el público ni realizar ningún gesto.

En un primer juicio celebrado en 2012, Jonathan M. M. y Francisco M. M. fueron condenados a 18 años y seis meses de cárcel, y Daniel S., representado por el abogado que ahora quería defender a T. K., a cinco años.