El magistrado de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Castellón, Horacio Badenes, ha ratificado la sentencia absolutoria dictada por el juzgado de Instrucción 6 de Castellón respecto de un cazador de l’Alcora que le dio dos tiros con su escopeta a un fotógrafo que se encontraba mimetizado entre la vegetación para captar unas instantáneas de unas aves en un espacio reservado para la caza.

Según reza la sentencia, a la que ha tenido acceso Mediterráneo, los hechos sucedieron el 12 de diciembre del 2010, alrededor de las 9.30 horas de la mañana. El demandado había acudido hasta el lugar con su perra para cazar conejos, ya que era época de captura de esta especie cinegética. Por otro lado, la víctima se encontraba también en la misma zona, pero, como señaló en el juicio, desconocía que se trataba de un coto, pese a que estaba señalizado, pero no vallado.

El afectado, como explicó en la sala, tenía localizadas unas aves y pretendía hacerles unas fotografías en un bebedero casual formado por una vaguada de terreno. Para ello, el aficionado a este arte, se colocó tras los juncos, en zona de la vaguada, vistiendo ropa de camuflaje para confundirse con el entorno, mimetizarse, en zona de matorral a una altura de unos dos metros. Además, estaba colocando una red mimética, enganchándola a una rama.

DOS DISPAROS // Por su parte, el cazador, acompañado de su perra, se encontraba de pie en pleno monte, donde hace una vaguada, en una zona llana y sin baches pero con matas. De pronto, como explicó durante el juicio, vio un conejo cruzarse de izquierda a derecha por su frente, por lo que apuntó hacia el mismo y disparó, ya que se escondía entre unos juncos a unos diez metros de distancia. En cuestión de segundos realizó un segundo disparo hacia la trayectoria que llevaba el conejo, unos centímetros más arriba, sin ver al animal a toda velocidad, pero sin llegar a verlo.

Fue entonces cuando este oyó un grito. El fotógrafo recibió los dos impactos por la espalda, justo cuando estaba colocando la red mimetica y movió las ramas de los matorrales donde se escondía.

Para los magistrados, el afectado debió de prever que estaba en un lugar peligroso, en un coto de caza. Los informes del Seprona de la Guardia Civil indicaban que efectivamente era época de caza de conejo en la zona, donde había madrigueras y heces. Es por esto que absuelven al cazador al no haber imprudencia penal. H