Rafael Nicolás F.N., un vecino de Borriol dedicado a la venta ambulante, se sentó ayer en el banquillo de los acusados de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial para hacer frente a una acusación de agresión sexual continuada, malos tratos en el ámbito familiar y dos delitos de violencia doméstica contra su hija, quien padece una discapacidad psíquica, cuando esta tenía 16 años y convivía con él.

La Fiscalía solicita para el imputado, que ya cumplió una condena de prisión por un delito de abusos sexuales, otros 18 años de cárcel y 30.000 euros por daños morales a la víctima, así como una orden de alejamiento por tiempo de 16 años. La afectada tiene reconocida una discapacidad del 55% por padecer un trastorno de la personalidad pluster B. Algunos de los rasgos de las personas que padecen esta enfermedad son la conducta errática, agresiva, caótica y los cambios de humor, según los forenses.

“La menor se sentía atraída por su padre, tenía obsesión por él, decía que era su “esposo” y presentaba una importante confusión emocional”. Con estas palabras describió ayer la psicóloga que atendió a la adolescente que tuvo un hijo con su padre, a la que realizó un seguimiento durante su embarazo en un centro tutelado. A su llegada al centro, en octubre del 2012, corroboraron que estaba encinta y ella comunicó que el bebé que esperaba era fruto de los encuentros sexuales con su padre en Borriol. “Era como una niña salvaje y su capacidad comunicativa era la de una niña de 7 u 8 años”, incidieron las profesionales, que hicieron hincapié en que la menor presentaba una “gran falta de afecto” y “solo quería estar con su padre y no perderlo”, concretaron.

Las relaciones sexuales incestuosas tuvieron lugar, según la familia, con la misma frecuencia que las palizas que la menor sufría. “La cogía del pelo, le daba puñetazos en la cabeza y patadas”, reveló el hermano de la joven e hijo del acusado en sala.

El joven dijo que la menor y su padre “hacían vida matrimonial”, “tenían celos el uno del otro” y que él presenció la última paliza que dio a la chica.

La denunciante y el acusado declararon hace días a puerta cerrada. Según pudo saber este periódico de fuentes judiciales, la víctima reconoció dos agresiones sexuales por parte de su padre, aunque incurrió en contradicciones acerca de las fechas y los lugares, respecto a su última declaración. La forense que la reconoció en su día, evidenció tres desgarros en el himen en fechas diferentes, así como hematomas y secuelas, tanto recientes como evolucionadas en el tiempo. H