Tensa segunda sesión del juicio por el crimen del club de alterne Doris de Cabanes, ocurrido en el 2013, y donde su propietario, Francisco Valero, moría amordazado, maniatado y estrangulado en lo que parecía un asalto a su vivienda para robarle el dinero.

Los cuatro acusados permanecieron este martes sentados en el banquillo de la sala de vistas de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial donde declararon los investigadores del caso, pertenecientes a la brigada de Homicidios de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Castellón.

El jefe de la unidad insistió en que en el lugar del crimen hallaron varias prendas de ropa que podrían pertenecer a los asaltantes, que, a su juicio, fueron varios. Tras analizar los restos biológicos concluyeron que en el asalto había participado uno de los acusados S.C,, a quien atribuyen la autoría material del asesinato. El resto de procesados, indicó el subteniente, serían colaboradores necesarios, ya que habrían facilitado a S.C. la información necesaria para perpetrar el asalto a la casa y cometer el crimen.

DUDAS

El juicio alcanzó niveles de máxima presión cuando los cuatro abogados defensores comenzaron a cuestionar cada una de las actuaciones que había llevado a cabo la Policía Judicial de la Guardia Civil e intentaron, en todo momento, desmontar la acusación bajo la premisa de que solo hay indicios y no pruebas.

Y es que como detallaron los propios investigadores, fue un vecino de la víctima el que indicó a los agentes que había encontrado varias prendas por la zona y que las había metido en una bolsa y las había dejado colgadas en una valla que rodeaba el lugar. Unas prendas que se sumaron a las ya encontradas por los especialistas en criminología en las inmediaciones de la casa, anexa al club de alterne, donde residía Francisco Valero y donde fue asesinado. Para las defensas la procedencia de estas prendas ofrecía dudas.

Muy cuestionada fue también la conclusión a la que llegó la Guardia Civil al incriminar a una trabajadora del club y a otros dos hombres; uno se encontraba a 500 kilómetros del lugar el día del crimen, según su defensa. Los investigadores insistieron en que un testigo protegido les informó de que se trataba de un plan y que la empleada junto a los otros dos hombres facilitaron información clave. Para los abogados este extremo no está acreditado. Además, salió a relucir que el club había sufrido más atracos y que las prendas halladas no tenían por qué ser del día del crimen.