“Veinte años después, al recordarlo, aún revivo el profundo dolor de Tonica y Valentín, los padres de Sonia Rubio, y de toda su familia, al comunicarles la noticia de su muerte”. Ignacio Subías era, en el momento de la desaparición de la primera víctima de JFV, gobernador civil en Castellón y, por su cargo, siguió “muy de cerca, al minuto, la alerta social, los trabajos policiales... pero sobre todo, recuerdo la angustia, el me temo lo peor, el hálito de esperanza y el trabajo sin descanso de las fuerzas de seguridad”, dice. “Fue muy duro, porque me impliqué mucho; lo único que se podía hacer era apoyarles y encontrar al culpable”, señala. “Fueron tres meses largos de angustia, preocupación, hipótesis y dolor”. H