La sexta jornada del juicio por el crimen de Asunta Basterra sirvió ayer para cuestionar nuevos aspectos de la versión exculpatoria de los acusados. El guardia civil que revisó una por una las imágenes de todas las cámaras de seguridad ha asegurado que Rosario Porto no volvió del chalet de Teo (A Coruña) para dejar a su hija cerca del domicilio como había afirmado. En ese caso él “la hubiera visto sí o sí” en las grabaciones, declaró con total seguridad.

El agente explicó que el Mercedes verde de Porto tenía que haber pasado por delante de una gasolinera de la marca Garulesa, pero en ningún momento llega a visualizarse pese a que no hay ningún otro vehículo que pueda “ocultarlo”. Es la segunda vez que los registros de las cámaras desmienten la versión de la madre. Cuando presentó la denuncia por la desaparición, afirmó a los investigadores que la niña se había quedado en casa estudiando pero, después de publicarse que una cámara la había captado dirigiéndose a Teo con la niña, cambió la versión y afirmó que había vuelto a Santiago para dejarla porque se encontraba mal.

El mismo agente respondió, a preguntas de la defensa del padre, Alfonso Basterra, que este había podido eludir las cámaras para salir de su domicilio sin ser grabado. Daba así verosimilitud al testimonio de la compañera de clase de Asunta que el pasado lunes declaró haberlo visto con su hija en las horas en las que él aseguró haberse quedado en casa leyendo y cocinando.

SIN TEMOR A LOS PADRES // Tras una maratoniana jornada, a última hora de la tarde declaró la madrina de Asunta, María Isabel Veliz, el familiar que mejor conocía la relación de Asunta con sus padres. Ella pasó casi todo el mes de agosto con la niña, a la que encontró “exultante”, sin que le detectara temor hacia sus padres.

También afirmó que Asunta “tenía una salud magnífica, que comía como una lima” y que nunca le había dado medicación. “Estaba como un roble”, certificó, aunque admitió que sufría algo de alergia pero sin importancia.

Antes, el teniente que dirigió las investigaciones recordó que había decidido detener a Porto tras conocer, entre otras cuestiones, que los profesores de la niña la habían escuchado quejarse de que su madre “le daba unos polvos blancos, que no le quería contar la verdad y no sabía lo que le pasaba”. La autopsia había de determinar que la niña sufrió una “intoxicación por orfidal”.

Los padres de Asunta, Porto y Basterra, son los únicos acusados del asesinato de esta menor. H