La colaboración vecinal impidió que se consumara el robo a una anciana de 75 años en el grupo San Agustín y San Marcos de Castellón. Tal y como explica la hija de la víctima, los hechos ocurrieron el pasado martes, cuando una chica abordó a la mujer mayor en la calle con la excusa de preguntarle por una dirección concreta y con el argumento de que no sabía dónde estaba. Otra joven apareció por el otro lado y dijo que la acompañaban. Debieron echarle algo a la cara, pues la dejaron «medio atontada», explica la hija. «Mi madre me contó que sabía lo que estaba haciendo pero no podía reaccionar, hacía todo lo que le decían», cuenta.

Estas dos personas llevaron a la anciana a la casa, la hicieron coger las cartillas del banco y las joyas. Las dos féminas montaron con la señora mayor en un coche que era conducido por un varón más mayor, quien dijo que era el padre de una de las jóvenes.

«En ese momento, un vecino del barrio sospechó que pasaba algo raro, subió y le preguntó a mi tío si mi madre tenía que ir al centro de salud porque la había visto salir con unas chicas», explicó la hija de la víctima. Un testigo vio, además, a dos chicos más jóvenes tatuados en otro coche.

Tras ello, se activaron todas las alarmas: «Avisamos al banco, hablé dos veces con la Policía Nacional, fui a la entidad financiera y bloqueé las tarjetas. Llamé varias veces por teléfono a mi madre, que gracias a Dios, lo lleva siempre encima». «En el momento en que hablé con ella, me decía que estaba acompañando a unas chicas al centro de salud. Me colgaron cuando intente preguntar dónde estaban; ella me dijo que luego hablábamos». Como el centro de salud está solo a cinco minutos, el tío se acercó a comprobar si efectivamente habían ido allí pero no estaban, por lo que volvió a telefonear. Además de hablar dos veces con la policía también avisaron a Emergencias.

Pusieron a la anciana la excusa que bajara a por una botellita de agua, porque una de las chicas se estaba mareando y dejaron a la señora cerca del estadio Castalia. En seguida el coche se fue.

No se llevaron nada. «No llegaron a llevarla al banco, porque como empezamos a llamar, debieron asustarse», señala su hija, agregando que también le dieron la cajita con las joyas.

La mujer piensa que, quizás, al llamar tantas veces a la madre y dado que la calle en la que viven es un lugar donde pasa bastante gente, igual tendrían miedo de que les hubieran visto y no llegaron a consumar el golpe.