Todos aquellos que trataron con JFV destacan de su personalidad su frialdad, obsesión por el orden y su exquisita educación. Pero, sobre todas las cosas, era un psicópata muy metódico. El subteniente de la Guardia Civil Tomás González recuerda cuatro episodios que vivió con Ferrándiz que son muy significativos de su manera de ser.

“Una vez que lo teníamos vigilado, lo seguimos a un lavadero y estuvo más de una hora y media limpiando su coche. Era perfeccionista hasta la locura”, sostiene Tomás González.

Otro de los momentos peculiares vividos junto al asesino se produjo en el registro a su vivienda, un intenso trabajo que duró unas 12 horas. “Era el mes de agosto y hacía un calor terrible. Entramos a la casa y salió el perro que su madre y él tenían. Ni JFV miró al animal ni él se inmutó por su presencia. Eso nos resultó muy extraño. Estuvimos buscando pistas durante muchas horas y él estuvo sin abrir la boca y sin pedir ni un vaso de agua todo el tiempo”, recuerda.

Una vez lo detuvieron, el subteniente se entrevistó con Ferrándiz y le preguntó si él era también el autor de la muerte de otra joven en Castellón, cuyo crimen estaba sin resolver.

“Me dijo que no había sido él, pero que, si yo quería, él lo confesaba también. Le daba todo igual y sabía que, lo condenaran por cinco asesinatos o seis, cumpliría los mismos años de cárcel”, relata el investigador.

Lo único que él no asumía era la violencia empleada contra todas sus víctimas y por eso no daba detalles. Negaba la crueldad con la que las trató porque no quería que la gente lo viera como un monstruo. H