Una muerte horrible y un escenario dantesco. Así terminó la relación laboral de dos amigos que regentaban la fontanería Trobafont de l´Alcora. Las drogas y las deudas sembraron discusiones y peleas que desencadenaron en la más terrible de las tragedias.

Ayer comenzó en la Sección Primera de la Audiencia Provincial el juicio con jurado popular por un delito de asesinato contra Joaquín Cuevas, de 26 años, por matar, como él mismo confesó 20 días después del crimen, a Adrián Sanfeliu, de 24 años, en la mañana del 22 de abril del 2009.

El fiscal pidió ayer 17 años para el procesado; el abogado de la familia, Jorge Casal, un total de 20 al considerar la agravante de alevosía; y la defensa, ostentada por la letrada Rosa Edo, cinco años porque entiende que fue un homicidio en el que se dieron las circunstancias atenuantes de trastorno mental, haber obrado por causas tan poderosas que produjeran el arrebato u obcecación y reparación del daño, ya que los padres del acusado han entregado tres fincas de su propiedad sitas en les Useres, Vilafamés y l´Alcora a los padres de la víctima, en concepto de indemnización, todas valoradas en más de 90.000 euros.

La acusación particular sostuvo ayer que Joaquín Cuevas propinó a Adrián Sanfeliu "hasta 15 golpes en el cráneo". Y añadió que "el primero le causó la muerte, pero el resto se los dio ya en el suelo".

El acusado permaneció en pie durante su declaración y explicó ante el tribunal que en aquella época sufría problemas de drogadicción, llegando a consumir "un gramo al día" y que cuando sucedió todo tomó droga diversas veces. Dijo que consumía desde los 14 años.

Así, relató: "Adrián quería que yo vendiera droga, siempre me estaba presionando y yo estaba muy enfadado con él porque le di 4.000 euros para pagar impuestos y él se los gastó en cocaína". Y añadió: "Él sabía que yo era consumidor, me insultaba y me llamaba yonki o hijo de puta, y yo a él ladrón, pero a mí tirar la empresa para adelante y comprarme un piso me ha costado mucho trabajo en esta vida y él lo quería dejar todo y dedicarse a traficar... Yo a eso me negué".

Joaquín Cuevas explicó que "empezamos a discutir, se subió al altillo de la fontanería y me empujó. Yo le dije que yo era fontanero, no un traficante... Cogió uno de los gatos, yo el otro, le golpee, se cayó y me fui". H