Largas esperas, miradas que se perdían en dirección a las llamas, desconcierto, tristeza y numerosas recriminaciones... El estado de ánimo de los vecinos de Teresa, Bejís, Sacañet, Jérica y Altura era ayer de tristeza. Muchos de ellos con contemplaban cómo el fuego devoraba el paraje de la Cueva Santa o la zona de las Ventas, en Bejís, con absoluta impotencia.

“Si tuvieran el monte limpio esto no hubiera pasado; esto lo tenían que haber previsto porque ahora no podemos hacer nada... Nos estamos ofreciendo voluntarios, pero es que ahí no se puede ni entrar, son todo barrancos”, afirmaba entre lágrimas Miguel Rovira, de Altura, cazador habitual, que observaba junto con otras personas cómo la lengua de fuego avanzaba sin cesar por la partida El Príncipe y por la zona del paraje de la Cueva Santa.

Con más entereza se mostró Mari Carmen Sánchez, vecina de Bejís, quien junto con su marido, José Formentín, y el párroco de la localidad, permanecían atentos durante toda la tarde, con la esperanza de que los medios aéreos pudieran frenar las llamas. “Tenemos la residencia de verano de las Hermandades del Trabajo, pero la hemos cerrado”. Y añadió: “Hemos dormido en Barracas, nos desalojaron ayer a unos 50 vecinos en total...”.

RESIDENCIA EN VIVER // Al menos una treintena de vecinos de Teresa y de Bejís pasaron la noche en la residencia de Viver, sita en el mismo edificio de la Unión Musical. Francisco Zorío, de Teresa, expresaba: “Los bomberos llegaron tarde; lo han hecho todo muy mal. Debieron apagarlo ya en Andilla”. Mercedes Zorío, también de Teresa, insistió: “Han sido nuestros propios maridos quienes tuvieron que apagar las llamas e incluso ayudar a los bomberos a poner gasolina, porque traían los camiones sin combustible...”. Por su parte, Rosa Clavel, de 94 años, aseguraba que el ayuntamiento les había dado de comer. Ángeles Gil se preguntó: “¿Por qué han actuado tan tarde?”. H