Los tres acusados del crimen de Peñíscola -en el que un joven marroquí fue raptado de su casa y quemado vivo en el verano del 2009sí pudieron declarar ayer en la Audiencia Provincial, después de que el lunes tuviera que suspenderse el juicio al detectarse un conflicto de intereses en uno de los abogados defensores, Juan Carlos Navarro -a la postre abogado de Francisco Correa por la trama Gürtel y quien pretendía defender en la presente causa a un hombre al que acusó en el 2012 en un juicio anterior--.

Ya con nuevo letrado designado, los tres magrebís negaron, sentados en el banquillo, haber participado en el brutal asesinato del que se les acusa. Cabe recordar que la víctima fue abordada al salir de su domicilio en Benicarló, introducida a la fuerza en un coche, maniatada, rociada con gasolina y quemada viva en una zona rural de Peñíscola.

TESTIMONIO SORPRENDENTE

A pesar de las negativas de los procesados, el testimonio del hermano del fallecido sorprendió a todos los presentes. «Mi hermano formaba parte de una banda que traficaba con drogas y los tres acusados también. Perdió un cargamento con 700 kilos de hachís, que pilló la policía en Andalucía, y creo que el jefe de la organización tuvo que ver con su muerte», explicó el familiar, quien decidió sumarse a los testigos a última hora, tras mantener el lunes un rifirrafe con un acusado.

El hombre dijo que, al no salir la noticia de la incautación de droga en los periódicos, el jefe de la red pensó que su hermano se había quedado con la sustancia, ya que era el responsable de que la sustancia llegase a su destino.

El capo al que el testigo señaló no se encuentra, sin embargo, en el banquillo. Una circunstancia que ya se vivió en 2012, cuando en el primer juicio por este crimen los tres procesados (ya condenados) señalaron a los hoy acusados, que se enfrentan a penas de 19 y 20 años de cárcel.

Dos de los presuntos autores materiales, considerados sicarios por la Fiscalía y la acusación particular, aseguraron ayer que cuando tuvieron lugar los hechos se encontraban en su país natal.

Uno alegó que acudió en esas fechas a la boda de su hermana en Marruecos y el otro dijo que celebraba allí su cumpleaños.

El tercero de los procesados, considerado el inductor y quien solo tenía 19 años en el momento de los hechos, dijo no conocer a la víctima de nada y alegó que es un hombre de negocios, dedicado a la compra de ropa para su venta en cuatro tiendas que su familia posee en Casablanca. El juicio se reanuda este miércoles.