¿Arrebato? ¿Furia? ¿Inducción? ¿Pérdida de control? ¿Venganza?... Nadie acierta a imaginar qué es lo que le pasó por la cabeza a Manuel Enrique Araujo, el hombre que el pasado martes mató a tiros de escopeta a su vecino en Benicarló porque le molestaban los ladridos del perro.

El presunto homicida duerme ya en la prisión de Castellón en la que ingresó el pasado viernes acusado de un delito de asesinato, tras declarar en el juzgado de instrucción número 3 de Vinaròs. Mientras, su pareja sentimental, que también fue detenida, está ya libre con cargos. H