El Mar de Alborán se convirtió el sábado una vez más en un corredor de muerte para 47 inmigrantes, en su mayoría de origen subsahariano, que desafiaron el temporal en una patera que naufragó y se lanzaron al agua para intentar llegar a las playas de Melilla. A punto estuvieron de lograrlo, y los cuerpos de 21 de ellos fueron localizados el sábado por la tarde por un ferri de la compañía Transmediterránea a cuatro millas de la costa, ya en aguas marroquís. Las fuerzas de seguridad de este país se encargaron de rescatar los cadáveres, que fueron conducidos a la morgue de Nador, mientras que ayer domingo continuaron las labores de búsqueda por mar y aire aunque sin muchas esperanzas de hallar a los 26 desaparecidos con vida.

La tragedia, una de las mayores en la zona, se produce cuando solo llevamos dos meses de 2018 y tras un año récord: en el 2017 más de 21.000 personas llegaron por vía marítima, y se contabilizaron 223 desaparecidos, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Los cadáveres fueron avistados el sábado por el buque Sorolla. Cuando llevaban apenas cuatro millas de navegación, la tripulación avistó un chaleco salvavidas flotando en el mar. Se acercaron como otras veces para ver si se podía rescatar al superviviente, pero lo que se encontraron fue un escenario dantesco con una veintena de cuerpos flotando y se dio aviso a Salvamento Marítimo.