La jueza del juzgado de lo Penal 4 de Valencia ha condenado al oncólogo José María Fernández y al farmacéutico Juan Antonio Castera del hospital La Fe de Valencia a un año de prisión por la muerte en septiembre del 2007 de Dariel Aldaz, un niño de dos años --cuyos padres residían hasta hace poco en Vila-real-- a quien suministraron una dosis de quimioterapia diez veces superior. Ambos facultativos afirmaron durante el juicio que “todo fue un error”.

La acusación particular solicitó hasta tres años de condena por un delito de homicidio imprudente, pero la jueza ha acordado la misma pena que la requerida por la Fiscalía e impone una indemnización de 200.000 euros para los padres del menor.

La magistrada considera probado que el oncólogo prescribió correctamente la medicación a administrar al menor, teniendo en cuenta todos los datos antropométricos --peso, masa corporal--, aunque el resultado final, la dosis, fue errónea. En este punto se omitió una coma y en lugar de fijar 16,5 miligramos, ponía 165. En este caso, dice la sentencia, estima que “no estamos ante una prescripción de medicación efectuada en su totalidad de modo erróneo, sino ante un error de cálculo matemático”.

No obstante, señala el texto judicial que a pesar de que a priori es un error humano y no profesional en sí mismo, “no podemos olvidar las consecuencias que dicha omisión de la coma en el resultado total de la dosis a administrar tuvo en la realidad”.

Y concluye: “Aunque humanamente antoje que el no estampar un punto decimal en una dosis por error por distracción no parezca muy reprochable, en este caso debe serlo, porque estamos hablando de vidas humanas y de medicaciones tóxicas”.

Sobre las causas de la muerte del menor dice que se debió “a una amiocarditis tóxica cuyo origen fue la sobredosificación y la toxicidad del medicamento”. “No cabe duda pues de la relación causal entre la actuación de los médicos imputados”, dijo. H