La llegada a la escena de un crimen o al lugar donde ha fallecido una persona con violencia, sea esta accidental o suicida, es el momento más importante y delicado para el transcurso de una investigación. Ataviados con sus maletines, los agentes de la Brigada Provincial de la Policía Científica de Castellón se personan de inmediato para recoger todas las muestras al alcance y recopilar toda información.

La inspección ocular de la zona puede durar desde un mínimo de dos horas hasta dos o tres días en los casos de homicidio. El primer paso a seguir es delimitar el acceso al lugar con una cinta perimetral para evitar que la escena se contamine con huellas, pisadas u otros restos de personas ajenas.

A continuación, realizan un amplio reportaje fotográfico de todos los elementos, con imágenes generales y de detalle. Para identificar el cadáver es fundamental comprobar si el/la fallecido/a lleva algún tipo de documentación y, si no es así, tomar nota de todos sus rasgos y características físicas, incluidos tatuajes, piercings y cicatrices que pudiera tener.

VENDAR LAS MANOS // “No tocamos el cuerpo hasta que llega el forense. Las manos de la víctima las vendamos con papel y cinta aislante para que conserve todas las muestras de ADN intactas y que sea el médico quien lo analice todo en la mesa de autopsias. Entonces se le practica la necroreseña y, si es español, se comparan las huellas dactilares con la base del DNI”, tal y como revela el Jefe de Grupo de la brigada provincial de la Policía Nacional de Castellón, Juan Carlos Calahorra, quien insiste en la importancia de numerar todos los elementos objeto de ser prueba para poder reconstruir la escena.

Un reloj, una zapatilla, huellas de neumáticos, una posible arma homicida o una colilla, todos estos elementos pueden resultar decisivos en la identificación de un cadáver. “Las dos únicas maneras fiables al 100% de saber quién es el fallecido son las huellas dactilares y el ADN, aunque hay cientos de pistas que ayudan”, señala Calahorra.

Los odontogramas (placas dentales), las enfermedades con vestigio óseo y los injertos de hueso pueden resultar esenciales en la tarea de los efectivos.

La ropa del fallecido la entrega el forense a la Policía Nacional tras realizar la autopsia. “Hay que secarla muy bien y tenderla porque, muchas veces, está humedecida por la sangre. Las muestras las enviamos al Servicio General de la Policía Científica, en Madrid, que las analiza con microscopios y las técnicas más avanzadas. Los resultados pueden tardar entre tres y seis meses en llegar a Castellón”, señala el Jefe de Grupo de la provincia.

¿Y qué ocurre si los investigadores no tienen ni idea de quién puede ser la víctima? En tal caso, se rellena el conocido como tríptico postmortem. El examen dental, necrodactilar, la descripción física y de sus joyas, los documentos de identidad y el examen interno y radiológico quedan reflejados en el documento y archivados.

Los datos de el/la fallecido/a se cotejan, asimismo, con el sistema de información de personas desaparecidas, cadáveres y restos humanos sin identificar. Se trata de una base de datos de la Secretaría de Estado que comparten la Policía Nacional, la Guardia Civil, los Mossos d’Esquadra, la Ertzaintza y las policías autonómicas al objeto de facilitar la resolución de casos en todo el territorio español. En la provincia hay, en la actualidad, seis personas desaparecidas. H