Gregorio Bermejo asegura que es un «cabeza de turco» y que «no hay ninguna prueba concluyente contra mis animales». Así se expresó ayer en una conversación con Mediterráneo en la que confirmó que había sido interrogado por la Guardia Civil y que estaba a la espera de si tenía que entregar a sus perros a los investigadores. En este sentido, exigió que «se lleven a todos los animales que haya en las fincas de la zona, pues mientras no se demuestre lo contrario no soy culpable».

Él mismo afirmó que la finca que regenta en la Cervera, llamada La Lobera, no tiene los permisos para ser un refugio o protectora animal legal, pero culpó de ello al equipo de gobierno de la Vall por no darle los permisos que requiere este tipo de actividad. «Yo me dedico a recoger animales abandonados y darles de comer en mi propiedad. Lo hago sin ninguna ayuda, y ahora parece que me haya convertido en un terrorista», aseguró, para añadir que se siente «señalado».

El investigado reconoció en sus redes sociales el temor que existe entre las personas que habitualmente circulan por este paraje de la Vall, que da acceso a lugares como la Cova dels Blaus, la Font de la Cervera o el Castell. En una publicación realizado el pasado noviembre en Facebook decía: «Llega a mis oídos que la gente ya no sube a la Cervera por miedo a mis animales. Por qué tenéis vosotros el derecho de campar a vuestras anchas y quejaros a la alcaldesa y decirle que no subís por miedo a estar en una reserva de animales. Ellos tienen el derecho a ser libres». De esa «libertad» se quejan quienes han sufrido los ataques, pues los animales deambulan por los alrededores.

En imágenes de su perfil público se evidencia que el vallado de la finca es precario, aunque él indicó que si las administraciones le apoyaran los canes estarían en mejores condiciones.