Un octogenario se sentó ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial para enfrentarse a una pena de dos años y siete meses, acusado de realizar tocamientos en el 2016 a una niña de 11 años de Orpesa, a la que quiso convencer --con presuntos fines sexuales según la Fiscalía-- para que se subiera en su coche y lo acompañara a una de sus viviendas en la localidad.

La dueña de la pollería en la que tuvieron lugar los presuntos abusos y la proposición fue quien frustró, según el escrito de acusación, las pretensiones del anciano. «Todos sabemos cuándo un hombre mira sucio a una niña o una mujer. Le miraba el cuerpo y me pareció una falta de vergüenza que me dio mala espina», relató la testigo al tribunal.

La mujer reconoció que, en un principio, llegó a pensar que la víctima era la nieta del procesado. «Le decía a la menor que se fuera con él, que tenía mucho dinero y varias casas», aseveró.

El procesado lo negó todo. Dijo que había invitado a la niña por cortesía y que no le hizo nada. «Antes de hacerle algo a una niña, me tiro por ahí», apuntó.

La menor, que declaró tras un parabán, dijo a los magistrados que el hombre --al que conocía por haber coincidido en una asociación vecinal de jubilados de Orpesa-- la invitó a tomar un refresco. «Yo al principio no me acordaba de él, pero me insistió y acepté su invitación. Me puso la mano en el hombro y fue bajando hasta que me tocó un pecho. Me dijo que quería enseñarme sus casas y que tenía mucho dinero», explicó la pequeña, que se asustó y comenzó a llorar cuando aquel día otro hombre le dijo: «No te vayas con él que solo quiere manosearte e igual hasta te viola». Ese testigo ha fallecido durante la instrucción de la causa y no pudo testificar ayer en el juicio de la Sección Segunda.

El caso ha quedado visto para sentencia con la última palabra del acusado, que quiso reiterar su «completa inocencia».