2 de julio de 1995. El jueves se cumplen 20 años desde que la desaparición de la joven profesora Sonia Rubio, de 25 años, sacudiera toda España. Su nombre resonó con fuerza en cada rincón de Castellón durante 4 meses en los que estuvo en paradero desconocido y sigue siendo uno de los casos con más impacto social, junto al de las niñas de Alcàsser.

Un angustioso proceso que finalizó con el trágico hallazgo de su cadáver en un barranco de Orpesa, el 20 de noviembre de ese mismo año, 142 días después de que comenzara la dolorosa pesadilla para sus familiares y amigos, desbordados de estupor.

Fue la primera en la lista de víctimas de Joaquín Ferrándiz Ventura (JFV), el asesino en serie con más repercusión de la historia. Otras jóvenes cayeron después de Sonia Rubio, entre los años 1995 y 1996. Las prostitutas Natalia Archelós (24 años), Francisca Salas (24) y Mercedes Vélez (18) --conocidas como las víctimas de Vora Riu--, así como Amelia Sandra García (22), fueron el resto de mujeres fallecidas a manos del asesino en serie de Castellón.

La detención de JFV no llegó hasta tres años después de la primera desaparición, la de Sonia Rubio. Como destacan los investigadores de estos terribles crímenes, su astucia e inteligencia hicieron que a las fuerzas de seguridad se les resistiera su arresto. Ejecutoriamente condenado por la violación de una castellonense en 1989, Ferrándiz había obtenido el tercer grado penitenciario en 1995, tras cumplir seis de los 14 años a los que fue condenado.

El asesinato de Sonia Rubio no parecía guardar relación alguna con las muertes de Vora Riu. Esas tres fallecidas, cuyos cuerpos aparecieron en avanzado estado de descomposición en el río Millars, en Vila-real, eran politoxicómanas y prostitutas. El perfil de las víctimas no coincidía en absoluto, por lo que, en un principio, no se consideraron todos los asesinatos obra del mismo autor.

El camionero Claudio Alba fue detenido en enero de 1997 y acusado erróneamente de las muertes de Natalia Archelós, Francisca Salas y Mercedes Vélez.

La juez que instruyó las diligencias decretó su ingreso en prisión preventiva, donde pasó cinco meses. Finalmente, la magistrada decidió en febrero de 1998 cerrar el sumario y en el año 2000 el Ministerio de Justicia resolvió indemnizar con 9.015 euros al camionero, tras ser acusado de tres asesinatos que nunca cometió.

UNa terrible equivocación // El hombre recurrió ante la Audiencia Nacional y este órgano elevó la cuantía que debía percibir hasta los 30.050 euros. Claudio Alba, que falleció en el 2002, consideró siempre “insuficiente” el pago percibido por un error que “me destrozó la vida”, según reveló él mismo en una entrevista concedida a este periódico.

Ferrándiz, que consiguió despistar a los investigadores durante más de tres años, cometió, finalmente, dos errores que precipitaron su detención. Uno, en febrero de 1998, cuando ya había asesinado a cinco jóvenes y estaba siendo vigilado por la Guardia Civil. Volvió a actuar en Benicàssim, el mismo escenario en el que raptó a Sonia Rubio. Deshinchó las ruedas del coche de una chica, a la espera de que esta regresara al vehículo y poder así asistirla al pedir la joven ayuda y agredirla.

Sin embargo, su plan no surtió efecto. La joven cogió el coche y sufrió un accidente de tráfico, quedando su vehículo volcado boca abajo en la calzada. JFV, que era un hombre extremadamente metódico, vio cómo se trastocaba el trágico final que tenía reservado para ella y la llevó al Hospital General en lugar de atacarla.

El segundo fallo que cometió fue el de intentar llevarse, sin éxito, en su coche a una chica a la salida de una discoteca en Castellón. La joven logró zafarse y Ferrándiz se presentó al día siguiente en comisaría para justificarse, diciendo que la víctima era su novia y que habían discutido, por miedo a que ella lo denunciara. Como bien dice el proverbio latino, excusatio non petita, accusatio manifesta.

En ese momento, la Policía Judicial de la Guardia Civil, en colaboración con la Unidad Central Operativa de Madrid, seguían ya de cerca sus movimientos y pidieron una orden de registro de su vivienda.

En su casa hallaron un rollo de cinta adhesiva igual a la que se había usado en el crimen de Sonia Rubio y, finalmente, lo detuvieron el 9 de septiembre de 1998. JFV declaró ante el juez instructor del caso, Josep Lluís Albinyana, que trabajaba en el Juzgado de Instrucción número 8 de Castellón y era presidente emérito de la Audiencia Provincial.

la CONFESIÓN // El asesino en serie confesó ser autor de la muerte de la joven profesora y también reconoció, días después, haber matado a las otras cuatro mujeres. Ferrándiz se sentó en el banquillo de los acusados y se enfrentó a un largo juicio oral, que arrancó el 24 de noviembre de 1999. El 13 de enero del 2000, JFV fue condenado a 69 años de cárcel por las muertes de Sonia Rubio, Natalia Archelós, Francisca Salas, Mercedes Vélez y Amelia Sandra García.

La captura y encierro de Ferrándiz, que sigue en la actualidad preso en Ciudad Real, calmó la alarma social que sufrió Castellón entre 1995 y 1998. Sin embargo, ni los 20 años transcurridos desde sus crímenes han logrado borrar un ápice del desconsuelo que vivió Castellón tras los brutales crímenes de JFV. H