El 2017 ya es historia y empieza un nuevo año cargado de retos. Castellón deja atrás un ejercicio marcado por el crecimiento económico (y ya van tres) y afronta uno nuevo con buenas expectativas. Eso sí, todo apunta a que el acelerón será mucho más suave. El Gobierno ya ha rebajado sus previsiones de crecimiento del 2,6 al 2,3%, y en la Comunitat Valenciana, los pronósticos hablan de un alza algo superior a la media española, del 2,6%.

Que la economía siga en racha significa que la lista del paro continuará a la baja y esa mejora, según los economistas, se traducirá automáticamente en un alza del consumo. En el 2017, el monedero de las familias de Castellón se abrió con más alegría y el gasto medio por familia volvió a aumentar. Quienes más lo notaron fueron los bares y restaurantes, pero también sectores como el comercio o el del automóvil, que aumentaron en facturación.

El gasto de las familias ha dado alas a áreas como la hostelería o el comercio, pero ha habido otras industrias que también han crecido. El azulejo cerró el año con más de 3.500 millones de euros en ventas (aumenta por quinto año consecutivo), aunque los empresarios avisan de que en el 2018 habrá una cierta desaceleración, motivada principalmente por la inestabilidad en algunos mercados internacionales. La vivienda en la provincia también empieza a resucitar (aunque nada comparado con lo que sucede en provincias como Málaga o Alicante), las ventas evolucionan ligeramente al alza, aunque el mercado lo acaparan los pisos de segunda mano, y apenas se licitan proyectos de obra nueva.

Si en el terreno puramente económico se prevén pocos nubarrones, en materia de infraestructuras, el camino también empieza a estar un poco más despejado. Después de años de parálisis total, la obra pública renace y se traducirá en más empleo.