Ocho de la tarde del pasado 2 de febrero. Carretera CV-10 a muy pocos kilómetros de Les Coves de Vinromà. Un jabalí irrumpe en el asfalto y obliga a un conductor a dar un fuerte volantazo para esquivarlo con tan mala suerte que el coche impacta con otro vehículo. ¿La consecuencia? Tres heridos graves. Nueve de diciembre del 2017. Nules. Autopista A-7. Un coche atropella a un jabalí y provoca una colisión en cadena. Afortunadamente no hay heridos y solo hay que lamentar daños materiales. 15 de octubre del 2017. En Ares del Maestre, en la carretera CV-15, un todoterreno conducido por un vecino de Borriol sufre un accidente tras atropellar a una cabra montesa... La impresión que da esa acumulación de noticias se confirma al echar un vistazo a la estadística: en las carreteras de Castellón todas las semanas se producen uno, dos, tres y hasta cuatro accidentes de tráfico causados por animales desorientados, y lo que hace un par de años era un fenómeno minoritario ahora cada vez resulta más frecuente.

Los datos que maneja la delegación provincial de la Dirección General de Tráfico (DGT) no dejan lugar para las dudas. El año pasado se registraron en Castellón 222 accidentes provocados por animales sueltos. O lo que es lo mismo: una media de 18 al mes. Cuatro cada semana. La cifra supone un 58% más que hace solo dos años, cuando se contabilizaron 140. En 2016 el número de siniestros ascendió a 212.

Si en Castellón el fenómeno va a más, en el conjunto del país ocurre lo mismo. La DGT calcula que cada año se producen en España más de 16.000 que cuestan cien millones de euros, según una investigación de la Universidad Complutense de Madrid. «Encontrarse con animales salvajes en la carretera siempre ha sido uno de los grandes problemas que provoca situaciones de peligro al volante. Los animales, debido a sus necesidades de desplazamiento en busca de alimento o pareja, irrumpen en la vía pillando de improviso a los conductores que no suelen contar con demasiado tiempo para reaccionar», apuntan desde la DGT que asegura que, aunque en la mayoría de estos siniestros solo hay que lamentar daños materiales, hay veces en las que hay heridos e incluso víctimas mortales.

EL JABALÍ, el terror // De los 222 accidentes de tráfico provocados por un animal y registrados el año pasado en las carreteras de Castellón, casi el 90% fueron provocado por jabalíes y perros. De hecho, el cerdo salvaje es la bestia negra de las carreteras de la provincia y el responsable de 142 siniestros, el 64% del total. En 2016, la cifra de accidentes con jabalíes ascendió a 127, un 12% menos que durante el último año. A los jabalíes le siguen los perros (58 accidentes durante el 2017), y ya a muchísima distancia los zorros (5), cabras montesas (5), ciervos (4) y conejos (2). También, y según la estadística de la DGT de Castellón, se registró un siniestro de tráfico provocado por una vaca, otro por un felino y otro por una oveja.

Que los jabalíes estén detrás de seis de cada diez accidentes provocados por animales no sorprende nada a la Delegación Provincial de Caza de Castellón, que lleva años advirtiendo que la población de cerdos salvajes se ha multiplicado, De hecho, a mediados del pasado año ofreció a la Conselleria de Agricultura 16.000 voluntarios (el número de cazadores federados) para acabar con el exceso de jabalíes, pero también de conejos y cabras y que trae de cabeza a agricultores, conductores y vecinos de varias urbanizaciones de la provincia.

ATROPELLAS A UN ANIMAL Y PAGAS TÚ //

Cuando un automóvil colisiona con un jabalí o una cabra montesa en la mayoría de los casos la culpa recae en el conductor. Hasta mayo del 2014, la responsabilidad de este tipo de siniestros solía recaer en los propietarios de los cotos adyacentes o en la administración responsable de la vía. A partir de esta fecha, y con la entrada en vigor de la reforma de la Ley de Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, la norma cambió y la responsabilidad cae habitualmente del lado del conductor. La única excepción es, según la ley, si el siniestro se produce como "consecuencia directa de una acción de caza colectiva de una especie de caza mayor, siempre y cuando el accidente ocurra en el momento de la cacería o en las 24 horas posteriores a que concluya». H