Castellón tiene algo de lo que carecen en otros muchos rincones de España. Tiene sol y muchas horas de luz en plazas, parques y calles. Y también tiene cientos de bares y restaurantes. De hecho, los necesita. En casi todos hay gente, sea a la hora que sea. Porque esmorzar con los amigos, comer o salir a cenar fuera de casa aquí resulta innegociable. Sagrado. Ni siquiera la mayor crisis económica en décadas destruyó esa manera de entender la existencia. Hubo, desde luego, vencidos. Cerraron muchos establecimientos hosteleros. Pero el sector está recuperando aquellas razones que lo llevaron a vivir una edad de oro a comienzos del milenio y se acerca a lo que muchos ya consideran una especie de burbuja gastronómica donde tal vez a medio plazo no haya suficiente negocio para todos.

No hacen falta cifras. Basta caminar por las calles del centro de Castellón, pero también de otros municipios de la provincia, para entender el incesante trasiego de apertura de locales. Cada mes abren nuevos. Calles como Campoamor, Gasset, Ruiz Vila o Mayor, entre la plaza Cardona Vives y María Agustina, prácticamente han sido secuestradas por la gastronomía. Hay restaurantes de todos los tamaños y para todos los gustos: taperías, bocaterías, hamburgueserías... «En Castellón hay un boom de locales. En los últimos años se han abierto muchísimos restaurantes y, en el centro, todavía más», explica Francesc Vicent Artero, propietario de La Caçola, en la calle Cervantes, donde en muy pocos metros conviven tres locales de restauración y otros tres pubs.

Los números de la restauración vuelven a ilusionar. A nivel nacional, el sector facturó más de 35.000 millones de euros en el 2016, un 6% más que un año antes. Ese alza en la facturación se nota en el número de aperturas. A comienzos de año se contabilizaban en Castellón 3.770 locales de comidas y bebidas. Son 34 más que a principios de 2016, según datos del Directorio central de empresas (Dirce) del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y todo eso sin contabilizar los que han abierto en los últimos meses.

MÁS CONSUMO, MÁS LOCALES // Este regreso a los días de vino y rosas resulta posible por varios factores. El paro desciende, cada año más turistas eligen Castellón para pasar sus vacaciones y el consumo de las familias vuelve a crecer. En el último año cada hogar de la provincia destinó 2.700 euros a comer o cenar fuera de casa o alojarse en un hotel, un 11,8% más que el año anterior, cuando invirtieron 2.373 euros. La cifra roza ya la alcanzada en el 2008, cuando la inversión en hoteles, restaurantes y cafeterías ascendió a 2.814. «Las familias vuelven a salir. Hemos pasado unos años muy malos, pero ahora parece que empieza a haber un poco más de alegría», constatan Ángel Parra y Joaquina Sánchez, propietarios del Asador de Ángel.

Vicente Patiño, uno de los grandes empresarios del sector de la restauración en Castellón (solo en la capital pose tres establecimientos) defiende que la apertura de nuevos locales es positiva para el sector. «Cuando más oferta haya y más variada, mejor para la ciudad», asegura.

Pese a que el sector vuelve a los números positivos, no a todo el mundo le va bien. También hay cierres. «Este es un sector muy sacrificado y complicado. Para sacar adelante un local hay que trabajar mucho y ser constante», dicen en el Asador de Ángel. Y hablan con conocimiento de causa, pues llevan 14 años.