Una exministra de Medio Ambiente para intentar pacificar el turbulento ecosistema del PSOE. Pedro Sánchez ha elegido a Cristina Narbona (Madrid, 1951) para presidir el partido. Una designación bien recibida por voces críticas con el secretario general y cercanas al susanismo, un primer paso en el reto de rebajar los niveles de polución ambiental presentes en Ferraz desde la combustión de la erupción volcánica del 1 de octubre.

Persona de la absoluta confianza de Sánchez, fue una de las artífices de Por una nueva socialdemocracia, programa con el que este se presentó a las primarias. Pese a ello, cuando le ofreció ser presidenta rechazó en un principio el ofrecimiento aunque, tras unos días de duda, finalmente decidió aceptarlo después de la insistencia del líder del PSOE. Aunque podía haber compatibilizado su puesto como consejera en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) con el de presidenta del PSOE, al aceptar el nuevo cargo decidió renunciar al sillón en el Consejo por cuestiones éticas. Así podrá dedicarse por completo al difícil «reto» que implica la oferta del secretario general y al trabajo orgánico en la nueva etapa que se abre en el PSOE tras la reelección de Sánchez.

La buena sintonía que mantiene con figuras como el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, muy crítico con Sánchez y que hizo campaña por Susana Díaz, puede contribuir a recoser el partido. Una tarea en la que sentencia que no sobra nadie, en aras de la reconciliación que predica y anhela.

Se da la circunstancia de que en el 2013, Sánchez entró en el Congreso cuando la diputada madrileña dejó su escaño tras su designación como miembro del CSN. Aunque en las anteriores primarias había preferido apostar por el andaluz José Antonio Pérez Tapias, en esta ocasión hizo campaña por la reconquista sanchista, igual que su pareja, Josep Borrell. Pese a su apuesta decidida por el regreso del líder depuesto, desde la órbita susanista se ve con buenos ojos que haya sido la elegida para sustituir en la presidencia a Micaela Navarro.

Vivió en Roma ejerciendo de profesora de Ciencias Económicas de su universidad y, a su vuelta, ingresó en el PSOE, en 1993. Fue viceconsejera de economía de la Junta andaluza y secretaria de Estado de Medio Ambiente y Vivienda en el último gobierno de Felipe González. Su profundo conocimiento en la materia hizo que Zapatero le diera la cartera de Medio Ambiente cuando llegó al poder en el 2004. Tras las elecciones del 2008, fue nombrada embajadora de España ante la OCDE en París.

Desde el PSOE reflexionan que su dilatada trayectoria profesional y política la han convertido en un referente no solo del socialismo y del feminismo sino también del ecologismo, donde es reconocida en el ámbito nacional e internacional.

Punto estratégico

Pedro Sánchez ha querido reiterarle que no será un cargo simplemente testimonial sino que, además de cumplir las funciones de la presidencia que recogen los estatutos del partido, espera que esta tenga un «papel relevante» en el desarrollo del compromiso asumido por el secretario general para propiciar la transición ecológica de la economía, uno de los puntos estratégicos del programa del dirigente en su retorno alliderazgo de Ferraz.