El campo no es rentable y quienes viven de él lo saben muy bien. La renta agraria ha descendido en Castellón un 35% y el 2016 ha sido otro año para el olvido. Y eso que hay cultivos como el almendro y el olivo que han dado algo de alegría a un sector demasiado acostumbrado a los malos momentos. Pero los cítricos pesan demasiado en la balanza y una campaña nefasta como la actual (otra más) han inclinado el resultado hacia el lado negativo.

Que la agricultura no sea rentable no quiere decir que el mercado de la tierra esté completamente paralizado. Al contrario. La drástica caída de los precios y la necesidad de los bancos de desprenderse de su amplia cartera inmobiliaria han reactivado la compraventa de fincas rústicas en la provincia durante el 2016, que además ha sido el mejor ejercicio desde el año 2008.

Durante el 2016 se vendieron en Castellón 2.462 fincas rústicas, un 30,8% más que un año antes, cuando fueron 1.882, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Además, este número de operaciones supone también la cifra más elevada desde el 2008, cuando se transfirieron 3.150, aunque sigue estando lejos de los números alcanzados en el 2007, cuando en el conjunto de la provincia se compraron casi 5.400 parcelas de cultivo.

Una parte de quienes invierten en fincas en Castellón son empresas del sector citrícola que quieren ampliar negocio, sobre todo, en comarcas como el Baix Maestrat y la Plana Baixa. Otros, más minoritarios, apuestan por cultivos como la almendra, que en los últimos años ha vivido un boom, especialmente en la zona de la Plana Alta. Lo mismo le sucede al caqui, extendido en municipios como Vila-real o Betxí. Un dato basta para entenderlo: el cultivo de este frutal ha pasado de ocupar 180 a 240 hectáreas en los últimos dos años, un 19% más, según datos de la Conselleria. Otro cultivo que también va a más es de la alfalfa, con nuevas plantaciones en Burriana.

Detrás del alza de las operaciones de compraventa de fincas rústicas se encuentra el desplome que han sufrido los precios agrícolas en los últimos años. Los valores hoy nada tienen que ver con los de hace diez años, cuando una hectárea cotizaba en Castellón a una media de 32.708 euros, un 63% más que los valores de ahora, que son de 19.983.

No todas las tierras de cultivo cotizan igual. En Castellón las más caras son las de mandarinas de regadío (una media de 37.845 euros la hectárea), mientras que entre las más baratas se encuentran las de frutos secos de secano, que cotizan a 5.796 euros.

NUEVA LEY DEL CONSELL // La compraventa de tierras parece que vuelve a despuntar y es posible que en los próximos años la tendencia sea también al alza. La Conselleria de Agricultura está ultimando la redacción de la ley de Estructuras Agrarias, cuyo anteproyecto se ha presentado ya y ha recibido el visto bueno por parte del Consell. El plan contemplará exenciones fiscales para conseguir que quienes quieran dedicarse a la agricultura de forma profesional pueden acceder a la tierra con facilidad. De hecho, y según datos de la Conselleria de Agricultura, en los últimos 20 años, se han abandonado alrededor de 35.000 hectáreas de cítricos y la edad media de los profesionales del sector agrario se ha elevado de 48 a 64 años y el tamaño medio de las explotaciones en las zonas de regadío no supera la hectárea En Castellón la situación es idéntica con unas 40.000 hectáreas de cultivo abandonadas en 15 años.

La normativa, además de contemplar ayudas para el agrupamiento de parcelas y luchar contra el minifundismo, prevé crear una Xarxa de Terres, que será gestionada por ayuntamientos o entidades vinculadas al sector para conectar la oferta y la demanda existente y dar prioridad a mujeres, jóvenes y profesionales.