Los adultos pueden vivir con ella. No lo admiten, pero se nota su dependencia al móvil, la necesidad de estar con el aparato en el oído, mandando mensajes o distrayéndose con los distintos juegos. ¿Qué pasa cuando este mismo cuadro se presenta en niños de 12 y 13 años? ¿Qué pueden hacer unos padres ante la evidencia de que su hijo corre el riesgo de convertirse en un adicto al Whatsapp?

Los psicólogos aseguran que la línea que separa el uso del abuso es muy fina aunque, en la mayoría de los casos, se trata simplemente de situaciones de uso abusivo o problemático del teléfono. Y si es así la clave la tienen los padres. Ellos son quienes compran la tecnología y los dispositivos a sus hijos y los que pagan el consumo y ellos deben ser quienes pongan límites. «Una de las claves está en poner unos límites y en pactar unos tiempos», señala Karina García, psicóloga del centro Neuroactiva’t de Castellón.

Isabel Vilimelis, directora de Proyecto Amigó, es de la misma opinión. «Los padres deben negociar y estipular unos horarios y unas normas. Deben poner límites y hacer ver a sus hijos que hay tiempo para todo, para estudiar, estar con los amigos y también para usar las nuevas tecnologías», sentencia.

Aunque hay psicólogos de Castellón que tratan en sus consultas casos de niños de tan solo 10 años adictos a nuevas tecnologías, la edad crítica suele ser los 12. «Es cuando se produce el cambio a Secundaria y cuando el menor adquiere más autonomía», describe García, que recuerda que los padres son los responsables del uso que hace el menor de las redes sociales. «Deben supervisar el teléfono de sus hijos», defiende. No se trata, dicen los expertos, de ejercer un papel de controlador o censor, pero sí de supervisor, para que los niños hagan un uso apropiado tanto del teléfono como de las redes sociales y sepan que hay límites que no pueden llegar a traspasar.

Pese a que las estadísticas hablan de que cada vez hay más casos de jóvenes enganchados al móvil, la tecnología es positiva. Y muy apetecible. «Ofrece una recompensa inmediata, como subir una foto y que la comenten mis amigos; proporciona interactividad; nos permite hacer varias cosas a la vez; no existen límites de horario... Todo eso no es para nada negativo. Todo depende del uso que se le dé», sentencian los profesionales del centro Som Teràpia.