La crisis ha cambiado las preferencias de los agricultores de Castellón. Así se desprende del análisis que Mediterráneo ha realizado de diferentes Encuestas sobre superficies y rendimientos de cultivos en España que anualmente realiza el Ministerio de Agricultura. La primera conclusión que se observa en estos informes es que en la última década la provincia ha perdido 24.385 hectáreas de tierras de cultivo. Ni más ni menos que casi una de cada seis parcelas de cultivo se han perdido en los últimos diez años. De las 166.212 hectáreas que se trabajaban a finales del 2004 se ha pasado a las 141.827 de finales del 2013.

En las organizaciones agrarias confirman que estas cifras concuerdan con la realidad. “Incluso pueden ser más hectáreas aún”, señala el delegado de la Unió en Castellón, Vicent Goterris.

Pero este abandono no se reparte por igual. Antes de la crisis, lo habitual era que los agricultores dejasen de trabajar sus plantaciones de almendro (que pasó de 47.726 hectáreas en el 2004 a 35.720 en el 2008), olivar (de 35.647 en el 2004 pasó a 28.899 en el 2008) o viña (de 1.724 a 1.350). Todos estos cultivos han frenado sus cifras de abandono en los últimos años: el almendro ha perdido casi 2.000 hectáreas en seis años cuando en los cuatro anteriores perdió 12.000; la viña ha perdido 150 hectáreas en los últimos tres años; y el olivar incluso ha recuperado superficie (actualmente cuenta con 1.100 hectáreas más que en el 2008).

los cítricos, a la cabeza // En cambio, en un contexto en que el veto ruso ha dado otra sacudida al sector, los cítricos muestran la cara negativa de esta evolución. Mientras en los años anteriores a la crisis era habitual ver nuevas plantaciones (del 2004 al 2008 aumentó su superficie en 5.500 hectáreas, hasta alcanzar más de 42.000 en el 2008), con posterioridad la superficie de naranjas y clementinas de la provincia ha perdido casi todo lo que ganó: hay 4.548 hectáreas menos, un 10,8% del total del 2008.

Goterris remarca que en los años del boom inmobiliario se abandonaron muchos huertos --“solo en la Plana Baixa fueron 2.500 hectáreas”, dice--, y después “se han quedado sin cultivar”.

Sin duda la crisis de precios que se ha instalado de forma permanente en el sector es la principal razón para el abandono. Pero hay otras. El relevo generacional tardío es otra. “La media de edad en que un agricultor se hace cargo de una finca al abandonarla su padre es de 54 años”, apunta el secretario técnico de Fepac-Asaja, Doménec Nàcher. En la mayoría de los casos, esto acaba en abandono, asegura. Además, el precio del agua “que se ha multiplicado por tres en tres años” hace muy difícil alcanzar la rentabilidad.

Es por eso que en los últimos años se está detectando una “reconversión hacia una agricultura muy profesional”, remarca Nàcher. En los cítricos se está apostando por variedades nuevas y protegidas, “como la ortanique, sando, nadorcott, murta, orri, führer”, con una producción limitada y que amplían las campañas, con lo que los productores logran mejores cotizaciones.

En cuanto al almendro, Nàcher señala que se están plantando en el Alto Palancia y el Baix Maestrat variedades nuevas y más productivas, con riego localizado para aumentar la producción, como también sucede con el olivar. H