En un día como hoy, 9 d’octubre, en el que la crisis económica se ha llevado por delante la práctica totalidad de los actos conmemorativos del Día de la Comunitat Valenciana, un repaso a la situación de llengua, la principal seña de identidad cultural del territorio que componen Castellón, Valencia y Alicante, deja ver que el valenciano resiste en la provincia mejor que en otras zonas de la región, aunque su uso social ha perdido fuerza en los últimos años como consecuencia, sobre todo, del importante incremento de la población inmigrante procedente de otros países.

Un dato más es que, pese a normativas y declaraciones de intenciones, en el mundo público apenas se utiliza el idioma autonómico y rara vez un político se expresa utilizándolo.

En lo que a los números se refiere, el cruce de la Encuesta sobre el Uso del Valenciano realizada en 2010 por la Conselleria de Educación con un estudio del 2004 de la Academia Valenciana de la Lengua (AVL) revela que, si bien los castellonenses son los “más fieles” de la Comunitat a la utilización de la lengua --tal y como recalcó en su momento el secretario de la sección de Fomento de la AVL, Honorat Ros--, la proporción de los ciudadanos de la provincia que habla valenciano en mayor o menor medida ha descendido siete puntos durante ese periodo, del 87 al 80%, frente a una media del 61% en el conjunto de la región.

VALENCIANO ESCRITO // Otro guarismo significativo es el que apunta un modesto incremento en el número de castellonenses que escribe en valenciano, que ha pasado del 30 al 34,5%, una evolución contraria a la registrada en Valencia o Alicante.

El vicepresidente en Castellón de Escola Valenciana, Natxo Badenes, señala con pesar que “lo que se avanza en la escuela, se pierde después en la calle”.

Pone el acento, especialmente, en la práctica propia de la administración pública autonómica y de los representantes de los partidos e instituciones.

Badenes afirma que “la propia administración incumple su ley de uso; es muy raro oír a uno de nuestros políticos, sea de la formación que sea, hablar en valenciano”. Añade que “no creemos que haya que imponer nada, pero tampoco dejar que se pierda el idioma, pues es un pilar fundamental de nuestra cultura”.

Los responsables de la institución autonómica con mayor implicación con el valenciano, la Acadèmia Valenciana de la Llengua, no son ajenos a esta realidad, aunque sus llamamientos de los últimos años no hayan dado frutos significativos hasta el momento. El último se ha producido este verano, cuando la actual presidenta de la AVL, la nulense Ascensión Figueres, acordó con la consellera de Turismo, Cultura y Deporte, Lola Johnson, coordinar las acciones de política lingüística y de promoción de la cultura valenciana con esta institución. Entre los proyectos conjuntos coincidieron en la conveniencia de impulsar el uso del valenciano en las administraciones públicas, una apuesta que fue hecha pública ya, por ejemplo, en el 2006.

Entonces, fue también Figueres, quien probablemente dejará su cargo para entrar en las listas del PP al Congreso en las próximas elecciones, quien apuntó la necesidad de usar más el valenciano en la función pública. H