Aunque casi medio siglo de atentados y víctimas, de lágrimas y entierros hagan difícil creerlo, hoy es el primer día de la era post-ETA. La todavía joven democracia española ha vencido al monstruo que la acechaba y que le impedía empuñar sin complejos la bandera de la normalidad ante el mundo entero. Hasta ayer, España era el único país europeo que escondía con vergüenza en su seno a una banda terrorista. Pero se acabó. Y se acabó ayer, a las siete de la tarde en punto de un 20 de octubre que pasará a la historia.

"ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada", proclamó la banda terrorista en un comunicado. Esa frase tan ansiada por varias generaciones tiene truco. Es cierto que la organización etarra "ha decidido" el cómo y cuándo lo deja, pero menos veraz es que ETA dé el paso por propia iniciativa.

La unidad de los demócratas; el trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y de centenares de jueces y fiscales; la cooperación de Francia y, toca subrayarlo, la autonomía que ha ganado en los últimos años la izquierda aberzale han dejado sin aire a unos terroristas que optan por echar el cierre definitivo en su incomprensible negociado. Dicen que para siempre.

PRESIÓN INTERNACIONAL "ETA considera que la conferencia internacional celebrada recientemente en Euskalherria es una iniciativa de gran trascendencia política. La resolución acordada reúne los ingredientes para una solución integral del conflicto y cuenta con el apoyo de amplios sectores de la sociedad vasca y la comunidad internacional". De esta manera comenzaba el trascendental comunicado de la banda, que hacía suyas las conclusiones del cónclave que, el pasado lunes en San Sebastián, impulsaron un puñado de personalidades internacionales, entre otros muchos agentes.

Más allá de la retórica de ETA, dicha conferencia sirvió fundamentalmente para garantizar compañía a una izquierda aberzale que no se atrevió a pedir unilateralmente a los etarras que dejasen de matar. Ningún dirigente aberzale se atrevió a pasar la línea que marcó Arnaldo Otegi, hace unos meses, en su último juicio en la Audiencia Nacional, en el que llegó a decir que la banda era "un estorbo". Ninguno de los compañeros de Otegi había ido más allá hasta el martes, día en que por fin se adhirieron a un documento que, entre otros cosas, demandaba el cese definitivo de la actividad armada de ETA. El paso es loable, aunque las ramas del camino las retiraron otros.

"En Euskal Herria se está abriendo un nuevo tiempo político. Estamos ante una oportunidad histórica para dar una solución justa y democrática al secular conflicto político. Frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar este nuevo ciclo. El reconocimiento de Euskal Herria y el respeto a la voluntad popular deben prevalecer sobre la imposición. Ese es el deseo de la mayoría de la ciudadanía vasca", afirma la banda en su nota.

Con este segundo párrafo de su comunicado (que está plagado de vocablos, reclamaciones y alguna que otra justificación del gusto de la organización terrorista), ETA se aviene a reconocer que una "mayoría de la ciudadanía vasca" ya no apoya la lucha armada, sino las vías democráticas para tratar de conseguir sus objetivos políticos.

INCÓGNITA DEL 20-N Cabe destacar que los etarras llevan dos años sin matar --ya habían declarado un alto el fuego permanente-- y que en todo ese tiempo de tregua se han celebrado las elecciones municipales, donde la izquierda aberzale, a través de Bildu, cosechó unos resultados históricos. La marca que han elegido para las elecciones generales, Amaiur, tiene también unas considerables expectativas, según las encuestas. La legalización de otro de sus partidos, Sortu, está pendiente de decisión del Constitucional.

Resulta imposible concluir, 24 horas después del anuncio de alto el fuego definitivo, si esta decisión tendrá o no influencia en las urnas el 20-N. Al fin y al cabo, el terrorismo ha dejado de ser una gran preocupación para los españoles (según el último sondeo del CIS) y no hay precedentes para poder comparar. Además, José Luis Rodríguez Zapatero se esforzó ayer en repartir méritos políticos entre todos los presidentes que le precedieron en el cargo y los ministros de Interior de la democracia.

Zapatero coincidió con los candidatos Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy en remarcar que la "buena noticia" es fruto del esfuerzo de todos y en que, en estos tiempos de celebración, es imprescindible recordar a las 829 víctimas que ETA deja como legado de su sinrazón. Sin embargo, la banda quiso ayer mirar al futuro "con responsabilidad y valentía", según sus palabras, para emprender un recorrido que advierte a los suyos (huidos de la justicia o presos en su gran mayoría) que no será fácil. "ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada". Traducción: la organización terrorista no se disolverá oficialmente hasta que no se aborde la situación de sus presos.

PACTO DE ESTADO Ese será un problema que estará sobre la mesa del próximo Gobierno, como ayer confirmaron Zapatero y Rubalcaba. El favorito en las encuestas, Rajoy, está dispuesto a abordar el asunto con un pacto de Estado, sostiene su entorno, siempre y cuando no haya exigencias de concesiones políticas por parte de ETA. Será complicado, pero la paz bien vale un último esfuerzo de todos.