Se necesitan urgentemente dos camareros y un ayudante de cocina para un restaurante de Peñíscola. Incorporación inmediata. Buen ambiente y buenas condiciones laborales». El anuncio lo publicaba hace tan solo una semana Carolina, copropietaria de un local en primera línea de playa. En plena temporada turística, y con las previsiones más optimistas que nunca, esta empresaria anda desesperada por encontrar personal. «En las últimas dos semanas he contratado a 4 personas, pero se han ido a los pocos días. No encuentro a nadie medianamente profesional. La gente tiene pocas ganas de trabajar», explica al otro lado del teléfono.

Carolina no es la única empresaria del sector turístico que busca con urgencia camareros y ayudantes de cocina. Un vistazo a los principales portales de internet, ETT e incluso a los anuncios del Servef basta para comprobar que el llamamiento es prácticamente masivo. Hay puestos vacantes (decenas) en todos los municipios del litoral, desde Vinaròs a Almenara. «El tema este verano está fatal. Imposible contratar a camareros o cocineros con algo de experiencia. Los pocos interesados se cansan enseguida y no son profesionales. Lo primero que preguntan es lo que van a cobrar y muchos ni siquiera tienen un mínimo de cultura y escriben horchata sin hache o vermut con la letra b», describe Susana, que desde hace 15 años regenta un restaurante en la playa de Orpesa.

UN EMPLEO SACRIFICADO // Pero, ¿qué sucede este año en Castellón? ¿Por qué a bares y restaurantes de la costa les resulta tan complicado encontrar personal para trabajar en un sector que en la provincia representa el 12% del PIB? Hay varias razones y una de ellas tiene que ver con la mejora del empleo. En Castellón hay menos trabajadores en paro (41.000 al cierre del mes de junio y casi 6.000 menos que hace un año) y, por lo tanto, menos candidatos a cubrir vacantes. «Hace unos años los restaurantes podíamos acumular 100 currículos de personas interesadas en trabajar en la hostelería. Este año apenas tenemos candidatos y hay muchos compañeros que tienen verdaderas dificultades para encontrar profesionales», apunta Agustín Platillero, empresario de Peñíscola y responsable del área de Restauración de la patronal Ashotur. «Hay jóvenes haciendo cursos de formación, pero desde luego no son suficientes. La mayoría tiene un trabajo incluso antes de acabar el curso», añade.

Hay menos personas en paro y trabajar en la hostelería no es ningún chollo. Nunca lo ha sido y últimamente menos todavía. Los contratos que se ofrecen suelen tener un carácter temporal y hay que estar al pie del cañón cuando todo el mundo está de vacaciones. «La de camarero o cocinero es, sin duda, unas de las profesiones más sufridas. Además, el sector está sin convenio colectivo desde hace años, con lo que se han perdido muchos de los derechos laborales», dice José Antonio García, secretario general de las federaciones de servicios, movilidad y consumo (FeSMC) del sindicato UGT en Castellón.

SUELDOS CADA VEZ MÁS BAJOS // A falta de un convenio colectivo, el sector de la hostelería se rige ahora por el estatuto de los trabajadores. «En la práctica estamos hablando de un sueldo de 707 € al mes, que es el salario mínimo interprofesional, y claro, es difícil encontrar personal dispuesto a trabajar todo el verano con unas condiciones cada vez más duras», detalla el responsable sindical.

María José sabe bien de lo que hablan los sindicatos. El año pasado trabajó como camarera en un bar de Benicàssim. «Horrible. Al principio el encargado me dijo que habría días que tendría que quedarme un ratito más, sobre todo los fines de semana. Pero ese ratito se convirtió en jornadas de hasta 12 horas de trabajo por 600 euros al mes», recuerda. Este año esta estudiante de 24 años ha cambiado de sector. «Cuido a dos hermanos de 8 a 15.00 horas. También gano 600 euros, pero la diferencia es que no trabajo los fines de semana y no hago extras. A mi hora me voy», apunta.

Una de las modalidades de contratación que se ha impuesto en los últimos veranos en Castellón son los llamados minijobs, trabajos a tiempo parcial (de cuatro o cinco horas diarias), pero que en muchos casos incluyen luego muchas más horas camufladas y que el empresario suele pagar en dinero negro. «El problema es que el camarero acaba trabajando muchísimas horas, pero el empresario solo le cotiza cuatro», denuncia García que reclama a los empresarios que empiecen a subir los sueldos, tal y como recomienda la ministra de Empleo.

Aunque las condiciones abusivas existen (la Inspección de Trabajado realiza campañas todos los años para evitar estas prácticas), desde la patronal aseguran que la inmensa mayoría de los restaurantes de la costa cuida a sus trabajadores. «En todos los locales medianamente serios el personal tiene sus horas de descanso. Además, está comprobado que si uno trabaja más horas de lo debido, ya no rinde, y para un sector como el de la hostelería que el camarero esté a gusto en su trabajo es fundamental», puntualiza Agustín Platillero.

3.215 PLAZAS FORMATIVAS // El Servef también es consciente de que este verano los empresarios andan cortos de personal, sobre todo para servir mesas. «Este año hemos lanzado 3.215 plazas en cursos de formación en hostelería y cara al próximo estamos en contacto con el sector para que nos diga exactamente qué necesidades tiene. Para el Servef esto es una prioridad y nos lo tomamos muy en serio », según argumenta Enric Nomdedéu, secretario autonómico de Empleo.

Nomdedéu asegura que dentro del plan Avalem Territori, la Conselleria está trabajando con todos los sectores económicos. «En noviembre tendremos los primeros resultados y sabremos exactamente qué necesitan. Quizás en vez de 3.215 plazas hacen falta 5.000. No lo sé. Eso es lo que no tienen que decir los empresarios para que podamos diseñar cursos adaptados a sus necesidades».