Cada hectárea de suelo agrícola abandonada en la provincia es susceptible de producir, cada año, casi 142.000 euros a su propietario. Esta es la estimación del presidente de la sectorial de jóvenes de Fepac, Héctor Molina, quien afirma que esto se conseguiría con el cultivo rotatorio de tres verduras: tomate (cuyo periodo de crecimiento y producción es de ocho meses), brócoli (tres meses) y lechuga (un mes).

En el caso de la ciudad de Castellón, esto podría suponer la generación de 259,2 millones que actualmente se pierden en huertos sin cultivar. Y es que, según el ingeniero técnico de la Cooperativa Agrícola San Isidro de Castellón, César Roures, la mitad -«y puede que me quede corto»- de la superficie cultivable de la capital de la Plana está abandonada. Esto supone 1.828 hectáreas, según las estimaciones de Molina, que colaboró con Roures en este estudio, en las que habría que rotar estos tres cultivos para lograr los citados 259 millones.

problemas endémicos // Una posibilidad «factible» desde el punto de vista agrario, señala Roures, pero que choca de frente con diversos problemas que arrastra la agricultura en la provincia. El envejecimiento y la falta de profesionalización hacen por ejemplo que cultivar verduras sea minoritario. «Donde la agricultura es un medio de producción (y cita localidades pequeñas) no se abandona, pero donde es una inversión para lograr una renta, sí», señala Roures. Y es que en Castellón ciudad «está en manos de viudas, jubilados, médicos... y como no renta, la dejan estar», concreta.

De esta manera, la capital de la Plana no es la única población castellonense con la mitad de su suelo cultivable abandonado, apunta. En otras, como «Burriana o Vila-real», sucede lo propio apunta el experto agrario.

Y es que está quedando como una actividad «residual» en el territorio castellonense y también en la Comunitat, donde aproximadamente el 25% de las tierras no se cultiva, señala Molina. «Son unas 40.000 hectáreas, unas 40 veces la extensión de la ciudad de Castellón», apunta el responsable de los jóvenes agricultores de Fepac-Castellón.

Por esta razón, este emprendedor agrario apuesta por «reactivar, sea como sea», el trabajo en el campo. ¿Cómo? Hay varias opciones, pero la principal tiene que ver con la educación. «La agricultura se debería enseñar en los colegios y también aprender a estimar el entorno», concluye.