La agricultura ecológica en la provincia de Castellón se ha estancado los últimos nueve años, al menos, en cuanto a número de hectáreas. Tanto es así que, según datos del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, la superficie de este tipo de cultivo ha caído un 11% desde el año 2001, hasta alcanzar las 8.420 hectáreas. Una tendencia que contrasta con el aumento que registrado en Alicante y Valencia, provincias donde el terreno ha llegado a multiplicarse por 5 y por 6, respectivamente.

Los expertos atribuyen a diferentes razones este fenómeno. Entre ellas Vicent Goterris, de la Unió de Llauradors, destaca “el efecto colateral por la instalación en los campos del riego por goteo, que dificulta el ecologismo”. De hecho, el terreno dedicado a este tipo de agricultura ha pasado de suponer el 52% del total de la Comunitat en el 2001, al 15% del ejercicio pasado. Ahora bien, pese a ello, tal y como confirmó Goterris, “se han incrementado las parcelas pequeñas, sobre todo de subsistencia”. Una tesis que evidencian las cifras, ya que el número de operadores ha llegado a doblarse en la provincia hasta registrarse 161 agricultores respetuosos con el medio ambiente. La novedad reside en que “cada vez más familias plantan sus propios cultivos para el consumo propio con el objetivo de aunar ahorro y calidad”, apunta Goterris.

EXPLOTACIONES GANADERAS // En líneas generales, cabe destacar, tal y como comenta Eduardo Ferreres, secretario del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana y miembro de Fepac-Asaja, que “Castellón empezó siendo la pionera, sobre todo en la ganadería”. Una particularidad que sitúa actualmente a la provincia en la cabeza respecto al número de explotaciones ganaderas, con un total de 20, lo que supone el 83% de la Comunitat. Según Ferreres, “no es un dato negativo”, pero hay que tener en cuenta que “este último año, la crisis ha hecho mella en el sector”. Una situación que ha provocado que “muchos ganaderos de Els Ports tiren la toalla”, debido a la “dificultad para la comercialización”, manifiesta.

“Algunos propietarios se unieron con el objetivo de crear un matadero para posteriormente iniciar una venta conjunta, pero el proyecto se vio truncado porque se dieron cuenta de que económicamente no interesaba a muchos consumidores”, declara Ferreres. La morellana María Mercedes Giner, quien cultiva cereales para el ganado, se ha topado con esta realidad. “La crisis ha provocado una disminución en las ventas, ya que a la gente le frena el precio”, declara. No obstante, “sigo con el negocio, a la vez que cultivo diferentes frutas y verduras en mi huerta para el consumo propio”, dice. En definitiva, a la vez que ha descendido la superficie ecológica, han aumentado las pequeñas explotaciones para la autosubsistencia. H