Música en vivo suele ser sinónimo de festivales, y en Castellón todavía más. Porque en la provincia conciertos como los que cada verano se celebran en Burriana, Benicàssim o Vinaròs mueven a miles y miles de personas. Solo en el 2016, Arenal Sound, Rototom Sunsplash y FIB movilizaron a más de 720.000 espectadores, un 15% más que un año antes, cuando fueron 625.000. Y este año las cosas parece que irán todavía a mejor. El Arenal ya ha cerrado la venta de abonos y este mismo fin de semana el SanSan de Benicàssim ha reunido a 55.000 espectadores (más información, pág. 3). El éxito, rotundo, de los festivales explica porqué la facturación de la música en vivo en Castellón siguió una tendencia al alza y superó los 3,1 millones de euros. Es la parte positiva. La parte negativa es que después de los festivales no hay nada. O muy poca cosa.

Los datos del VIII Anuario de la Música en Vivo en España, que cada año elabora la Asociación de Promotores Musicales (APM), revelan que pese al alza de la recaudación, Castellón ocupa el puesto número 17 entre las provincias con más facturación. Las primeras, lógicamente, son Barcelona y Madrid, que lograron unos ingresos de 52,5 y 37,6 millones, respectivamente. Castellón se coloca a niveles muy similares de Asturias y Tarragona, pero a años luz de las cifras que se manejan en Málaga, Girona o Cádiz.

Tres de los 10 festivales de música de más éxito se celebran en Burriana y Benicàssim, pero la ruta de los grandes conciertos no pasa por Castellón. Y ahí es donde se pincha. Un ejemplo basta para entenderlo: de las seis grandes giras nacionales que se celebraron el año pasado solo una tuvo parada en Castellón. Se trata de Raphael, que actuó en Onda a principio del pasado mes de agosto ante 3.000 espectadores. Ni Manuel Carrasco (reunió a 282.000 espectadores en 48 conciertos), ni Malú, ni Estopa ni Alejandro Sanz tocaron en la provincia. Y otro dato más. las ciudades de Alicante y Albacete acogieron cinco de esos grandes conciertos. La ciudad de Castellón, cero.

FUERA DEL CIRCUITO NACIONAL // Pero, ¿por qué Castellón ha desaparecido del mapa de los grandes conciertos nacionales? ¿Por qué es prácticamente impensable que, por ejemplo, Joaquín Sabina haga parada este año en la provincia? Héctor Olaria, gerente de la promotora BeMusic, asegura que, a excepción de algunos municipios como Onda, nadie apuesta por los conciertos de pago. «Nos hemos acostumbrado a que todo sea gratis y son muy pocos los ayuntamientos que apuestan por apoyar al promotor de recitales de pago», resume.

«Lo gratuito manda y, además, la programación musical de CulturArts, que gestiona espacios como el Auditori de Castellón, el Teatro Principal o el Palau de Congressos de Peñíscola, ha caído en picado». «Hasta hace unas semanas no había un interlocutor de referencia», añade. El pasado 30 de marzo era elegido Alfonso Ribes como director territorial del Institut Valencià de Cultura.

Óscar Cortés, de Sueños Rotos, es de la misma opinión. «La ciudad de Castellón ha pasado de estar en el circuito de los grandes conciertos nacionales a la nada, y la razón es que la programación cultural se gestiona desde Valencia, y hemos estado dos años sin tener una persona de referencia», lamenta. A eso se suma el precio «desorbitado» de alquileres de salas como el Auditorio y que parte de esas infraestructuras no reúnen las condiciones adecuadas. «En unos años hemos pasado de vender 15.000 entradas a cero», argumenta Cortés, que dice que esta situación está obligando a las promotoras de aquí a trabajar fuera. El panorama no es halagüeño (con la excepción festivalera), pero las cosas podrían cambiar. La rebaja del IVA cultural del 21 al 10% podría ayudar, como también un cambio de mentalidad de la Administración. «Con mejores infraestructuras, mejores condiciones de arrendamientos y una mayor planificación, los espectadores de Castellón no tendríamos que ir a Valencia para un concierto», apunta Cortés.