Después de superar la larga etapa de crisis provocada por la guerra civil, la posguerra y el periodo de autarquía, durante el cual el Plan Peña (1939-1961) apenas pudo hacer otra cosa que no fuera reparar los desperfectos provocados por el conflicto bélico, se llega al Plan General de Carreteras de 1962-1977. Un plan, como cuenta Juan Piqueras en su libro El espacio valenciano, una síntesis geográfica, que "estuvo redactado según las directrices del Banco Mundial y apostó por la concentración de inversiones en las rutas de mayor tráfico, abandonando las zonas menos desarrolladas y dejando en un segundo plano el ferrocarril". "Dentro de este plan tienen cabida las dos principales decisiones tomadas: el Plan Redia y el Programa de Autopistas".

El Plan Redia (red de itinerarios asfálticos) pretendía en un plazo de cinco años la modernización de las principales carreteras de España, que eran para el Gobierno las seis radiales que parten de Madrid y van rotuladas con los números romanos, con el famoso kilómetro 0 en la Puerta del Sol de la capital madrileña, a las que se añadió las de Madrid a Alicante, la de Oviedo a San Sebastián (cornisa cantábrica) y la de La Jonquera a Alicante (tramo mediterráneo de la N-340).

Por otra parte, el Programa de Autopistas Nacionales Españolas fue redactado en 1967 y se adoptó, en régimen de concesión, el sistema privado de construcción y explotación.