Si ha comprado fruta y verdura en los últimos días ya se habrá dado cuenta. Se lleva dos berenjenas, una lechuga, un par de tomates y tres calabacines y al mirar el tiket más bien parece que haya adquirido unas chuletas de cerdo. O un kilo de langostinos. O la finca entera. La verdura alcanza en las tiendas precios desorbitados y la culpa la tiene el frío. Pero no el que ha hecho aquí, sino el del norte de Europa.

Las heladas que sufren muchos países europeos desde hace semanas han tenido consecuencias nefastas en sus cosechas de verduras y hortalizas de temporada. Prácticamente se han quedado sin producto, y los europeos han mirado hacia España, donde las cosechas han sobrevivido. Provincias como Almería o Murcia, de donde proceden la mayoría de las hortalizas que se consumen en Castellón durante el invierno, se han convertido también en la única despensa de producto fresco de Europa. ¿La consecuencia? El precio de algunas verduras se ha disparado por encima del 100%, lo que añade otra dificultad a decenas de familias de la provincia.

Aunque el grueso de los productos frescos ha subido de precio, la palma se la llevan verduras y hortalizas como el calabacín, la berenjena, las judías o la alcachofa. Lo que hace unas semanas costaba dos euros ahora vale seis o hasta siete. «Es un incremento muy fuerte. Los clientes se quejan y con razón, pero los vendedores también salimos perjudicados, ya que apenas nos queda margen», coinciden en varias paradas del Mercado Central de Castellón, donde estos días venden el calabacín a 5,50 euros el kilo, la berenjena a 6 o la judía a 7.

EL CONSUMO SE HUNDE // Pere Ballester es secretario del mercado de abastos de Castellón y apunta también que el alza de los precios perjudica al consumidor pero también al comerciante. «Hay comerciantes que estos días llegan al mercado y nos dicen que en una semana han vendido 15 berenjenas y que las han vendido una a una», describe.

Ese descenso de las ventas al que se refiere Ballester es confirmado también en todas las tiendas especializadas consultadas. «Hasta hace nada el calabacín costaba 1,50 euros por kilo y podía vender tres cajas enteras al día... ahora no vendo ni media”, se queja la dependienta de una frutería de la capital. A su lado está María, una clienta habitual. «Con estos precios es imposible. Si antes compraba 4 calabacines a la semana ahora ni los miro», dice. Su nómina de pensionista ya no le da para más.

Los valores desorbitados de las verduras han frenado en seco el consumo y eso es algo que también confirman en el mercado central de Onda. «El consumo de las verduras más caras ha caído. La gente tira más al congelado», añade Verónica Ibáñez, la propietaria de una parada especializada en la venta de productos frescos.

Pocas hortalizas se han librado del festival de precios. Apenas el pimiento verde italiano y la patata se han depreciado este mes; el resto ha disparado su valor y, en algunos cultivos, se han multiplicado hasta por tres. Lo nunca visto. Las berenjenas, por ejemplo, se pagaban al agricultor a 0,73 euros el kilo a principio de año, pero en la última semana contabilizada por el ministerio de Agricultura se valoraban ya a 2,19. El calabacín a granel, por su parte, salía de los almacenes a 1,12 €/kg a finales del año pasado, pero en enero se encareció a 2,5 €/kg, más del doble. Otras hortalizas invernales como la acelga, la alcachofa, la coliflor, la judía verde o la lechuga, también se han encarecido más del 50% en origen. Tras sumarle el margen de intermediación comercial, el precio se eleva a unos niveles prohibitivos para decenas de bolsillos.

¿A QUIÉN BENEFICIA? // El alza de precios perjudica a vendedores y comerciantes pero apenas repercute en los agricultores de Castellón. ¿Por qué? La explicación es sencilla. La mayor parte de los verduras que se consumen en invierno en Castellón se cultivan fuera de la provincia. «Casi toda la verdura viene de Almería y la fruta, de Lleida, Girona y la Rioja», apunta el secretario del mercado de abastos. Solo hay un excepción y está en Benicarló. Los productores de alcachofas y lechugas (buena parte de la producción va a la exportación) sí han experimentado un incremento de los precios, aunque como contrapartida la producción también ha descendido.