Una cámara y, sobre todo, varios ordenadores, a bordo de un tren laboratorio de Adif, son los encargados de registrar todo lo que ocurre en el trayecto entre València y Castellón en lo que a la infraestructura se refiere. Estos dispositivos perciben «el comportamiento dinámico del tren para verificar el estado de la vía», destacan el director del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, Alfonso Ochoa, y el subdirector de Operaciones Este, Fernando Ugena. De esta forma se comprueba desde el nivel de tracción del tren, hasta posibles irregularidades en la plataforma o las vías.

Varios son los técnicos que se encargan de verificar que los datos son correctos en los 73.370 metros que separan la capital de la Comunitat de la provincial. Cada día lo hacen a una velocidad. Ayer el tren circuló a unos 150 kilómetros por hora, después de comenzar las pruebas hace una semana a 60. Y se va a llegar «a 220», apuntan los dos responsables del organismo que depende de Fomento.

Por el momento las pruebas (ayer se habían realizado ya «más de 24 pasadas») simplemente han señalado algún ligero ajuste «que incluso se ha ido solventando durante la semana». Por eso se ha ido aumentando la velocidad.

Pero, el hecho de alcanzar los 220 kilómetros por hora en las pruebas no significa que el tren AVE que posteriormente circule con los pasajeros pueda alcanzar esa velocidad. Eso «dependerá del proceso de validación», un trámite que ya ha comenzado la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria y que se realiza a la par que las pruebas de Adif. Después también habrá que formar a los maquinistas. Durante estos días, los trabajos se centran en el estado de la vía y dentro de poco se verificará también «la geometría de la catenaria: centramiento, altura...», apuntan Ochoa y Ugena.

En el viaje de ayer, en el que subió Mediterráneo, todo marchó sin problemas. Desde València a Sagunto circuló por el ancho ibérico y de allí a Castellón por el internacional, sin cambios.