El tiempo de los pactos ha comenzado. Tras el vuelco electoral que en la noche del domingo dejó al PP fuera de la Generalitat y de la mayoría de alcaldías importantes de la provincia, los dos partidos con más poder para gobernar, PSPV y Compromís, inician el camino de las negociaciones para fijar el mapa político valenciano. La ejecutiva de la coalición, de hecho, se reunió anoche para “iniciar de inmediato” un proceso de diálogo “salvo con el PP”.

Ximo Puig, horas antes, se reivindicó como el próximo jefe del Consell. A pesar de que los socialistas siguen perdiendo masa electoral, el secretario general del PSPV se siente legitimizado para presidir la Generalitat tras apelar a que la suya es la lista más votada del tridente que forman junto a Compromís y Podemos. Desde el entorno de Blanqueries apuntan que pese a que ellos bajan de 33 a 23 diputados y los de Oltra suben de seis a 19, “los números son los números” y los socialistas son la fuerza progresista con más respaldo en las urnas.

De todos modos, todo está en el aire y falta ver los mimbres sobre los que se sustenta el acuerdo entre unos y otros. Ambos partidos se necesitan para gobernar en la Comunitat y en los pueblos, y la intención de Puig es que la base que marque los acuerdos definitivos sea que quien tenga más votos lidere el pacto. El hecho de que Joan Ribó sea el candidato ganador en la ciudad de Valencia, y por tanto, por ese criterio objetivo citado pueda dar a Compromís una alcaldía clave, favorecería que el entendimiento global entre ambos se establezca por esa premisa que da el Palau a Puig.

De ese modo, la gobernabilidad en muchos municipios de Castellón podría caer en manos socialistas. Aunque Compromís es llave de gobierno en plazas como Benicarló, Almassora, Vinaròs, Burriana, Almenara, les Alqueries, Cabanes, Vilafamés y la Vall d’Uixó, entre otros, el peso de los votos se lo lleva el PSPV-PSOE. En estos casos, habrá que ver también si la previsible llegada a la Generalitat de Puig permite alguna concesión (del sillón de la alcaldía) en favor de la coalición. Fuentes de ambas fuerzas políticas incidieron ayer en que “no se trata de un cambio de cromos entre instituciones”, pero al mismo tiempo admitieron que lo que salga de las negociaciones entre Puig y Oltra puede tener consecuencias en cascada en los ayuntamientos.

Mención aparte merece la capital de la Plana. Los socialistas han caído hasta los seis concejales (aunque se prevé que recuperen el séptimo gracias al voto extranjero, puesto que solo necesitan tres papeletas), mientras que Compromís y Castelló en Moviment no ocultan su sintonía y ambos suman ocho ediles. Así pues, este bloque podría poner a Amparo Marco un precio muy alto a los cuatro años de alcaldía.

CIUDADANOS, SIN PAPEL // Pese a la abrumadora representación lograda por el partido de Albert Rivera, con tres diputados autonómicos y concejales en municipios como Vila-real (dos) y Castellón (5 ó 4), su papel no será determinante, como apuntaban las encuestas. En ninguna institución serán llave ni formarán gobierno (salvo en Orpesa, Torreblanca o Benicàssim). De este modo, la victoria del domingo es menos victoria, ya que se quedarán como meros espectadores. Las encuestas tampoco auguraban el huracán que finalmente ha sido para la candidatura de Mònica Oltra. Parece que solo acertaron con el desplome del PP, que ni siquiera pudo amarrar el voto municipal. H