Nervios y mucha indecisión. Siete de cada 10 alumnos de Bachillerato de Castellón no tienen claro qué estudiarán al finalizar su etapa en el instituto, inmersos en los exámenes finales y a solo 20 días de la temida selectividad, cuya nota determinará su futuro. Son la gran mayoría de los 6.603 estudiantes que este año cursan uno de los años de bachiller, aunque especialmente los 3.000 de segundo año. Lo dice un informe de la consultora educativa Education First, que incide en que “es una decisión clave en la vida de un estudiante, que implica vocación y aptitudes”.

Docentes y orientadores apuntan a que los alumnos miran, preguntan, se interesan y bucean en internet para conocer todas las posibilidades y ver en qué carrera y universidad les interesa entrar. Luis Oarte ya hace más de un mes que se debate entre Ingeniería Informática o Diseño de Videojuegos. Para la primera, apenas necesita un 5,5 de media, que superará “de largo”; y prevé “llegar” a la segunda, cuya nota de corte del actual curso fue un 8,98. “El problema es que hay mucha competitividad y viene gente de toda España y no sé si entraré”, explica, mientras entra en la sala de estudio de su instituto. Laia Navarro lo tiene aún menos claro: “He escogido un itinerario humanístico y no sé aún si hacer Audiovisuales o Magisterio en la UJI, o Actividad Física y Deporte en Lleida, pues en Castellón aún no está; dependerá de las notas”. Su compañera Nuria Bru ya lo sabe. “Quiero ser médico, desde siempre”, dice. “Y, en selectividad iré a por la máxima nota”. De hecho, Medicina es la carrera más demandada, y la que tiene mayor nota de corte: un 12,422 sobre 14. El pasado año, 3.000 estudiantes de media España solicitaron plaza. Solo entraron 80.

Mariló Limo, vicedirectora del IES Matilde Salvador de Castellón, explica que “el porcentaje de indecisión es alto, pero sí hay una mayoría entre estos que sabe qué rama o qué especialidad, aunque no haya decidido la carrera, con vocaciones que se van forjando en 1º de bachiller, donde ya se les va orientando en el itinerario”.

Pilar García Agustín, vicerrectora de Estudiantes de la UJI, pone el acento en que “las acciones de orientación se realizan durante todo el año, de octubre a junio, para despertarles la vocación, ya sea humanística, científico-técnica, sanitaria o artística, incidiendo, sobre todo, en los alumnos de 3º y 4º de ESO, directamente con charlas en los centros o a través de sus profesores”. Es por eso que la Unitat de Suport Educatiu es uno de los más servicios más fuertes de la Universitat. Una de sus técnicas, Esther Climent, explica que “los alumnos plantean cuestiones muy diversas, sobre los itinerarios, las notas, la demanda, las salidas profesionales... pero el que estudia Bachillerato tiene bastante claro que quiere cursar una carrera universitaria”. “Detectamos, eso sí, que miran mucho y en ámbitos variados, para tener un plan B por si acaso la primera opción les falla, a falta de hacer los finales y el selectivo --señala Climent--, aunque también hay vocaciones muy claras, como médicos, enfermeros, maestros o periodistas, que ya lo saben desde la Secundaria y van a por ello”.

MÁS TRASPASO A CICLOS // José Martí, portavoz de los directores de IES y director del instituto Penyagolosa, explica que se ha detectado “un traspaso de alumnado de Bachillerato hacia ciclos formativos de grado superior, con las tasas más bajas, y con las prácticas más inmediatas, aunque el itinerario natural es el salto a la universidad”. La vicedirectora del Matilde Salvador incide en que “las acciones orientadoras se hacen hacia ambos lados”.

“Finalmente, es la nota lo que hace al alumno decantarse por una cosa o por otra, lo que también supone una gran presión para el que lo tiene claro”, dice. H