Son cada vez más pequeños y ligeros, han reducido su precio y ha aumentado su potencia y el número de fabricantes. Los drones son ya una moda y han sido uno de los regalos estrella de las últimas Navidades. Buscan a un consumidor adulto, tecnológico y de poder adquisitivo alto, pero cada vez llegan a más público, incluso a niños.

Drones hay muchos y de muchos tipos y presupuestos, desde los que cuestan unos 30 euros y apenas se elevan del suelo sin cámara, los que tienen cámara y se elevan a unos 100 metros durante unos minutos, a otros que alcanzan los 850 euros y aunque se venden como juguetes, tienen GPS que les permite viajes de dos kilómetros, graban vídeo HD, alcanzan alturas de más de 250 metros y su batería les da una autonomía de casi media hora.

Tener un dron no da derecho a volarlo donde uno quiera y como quiera. O si no que se lo pregunten al aficionado de Castellón que hace tan solo unos días fue identificado tras hacer volar su dron muy cerca de la Comisaría y el Palau de la Festa. La Policía lo estrelló por seguridad.

Los expertos aseguran que, ante todo, debe imperar el sentido común. ¿Se puede grabar a alguien en su vivienda con un dron? La respuesta es no. ¿Puede uno de estos aparatos sobrevolar un edificio o un campo de fútbol repleto de gente? Otro no.

La normativa dice claramente que siempre hay que tener a vista los drones y estos no deben superar los 120 metros de altura. Además, aunque pasa usar uno de estos aparatos como hobby no es necesario tener el carnet de piloto, pero sí se debe saber volar con seguridad. «Los daños que cause el dron son responsabilidad de quien lo maneja», especifican desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa), un organismo que depende del Ministerio de Fomento.

Aesa recuerda que está totalmente prohibido volar drones en zonas urbanas. Tampoco está permitido hacerlo en zonas donde se acumula mucha gente. Y, por supuesto, está prohibido volar el dron cerca de aeropuertos o aeródromos. El uso imprudente conlleva multas de hasta 225.000 euros.