Uno de los puntos clave dentro de la industria textil de la provincia de Castellón ha sido, históricamente, la comarca de Els Ports, donde la fabricación de todo tipo de productos se ha convertido en el motor económico durante décadas. Sin embargo, a partir de los años ochenta, y con el más que notable recorte de costes en la producción, la fuerza del textil se ha reducido.

Aun así, el interior norte de Castellón se resiste a perder una de sus señas de identidad en el siglo XX, por lo que algunos empresarios mantienen sus esfuerzos para seguir produciendo allí donde se ha hecho toda la vida.

Los héroes

Hoy son pocos los que han podido resistir a la competencia llegada desde Asia. Tal y como explica el propietario de una de las empresas textiles de la comarca, Borras de Seda, ahora, las compañías han tenido que adaptarse para poder crear otro tipo de artículos "y, en los últimos años, los trajes regionales de varias partes de España son algunos productos que salen de aquí".

Además, varios mercados fieles a las compras de la comarca también han comenzado a trabajar con los productos llegados de China. "Me atrevería a decir que en los últimos 15 años la producción ha bajado más de un 50% en muchos casos y, en otros, simplemente se han tenido que cerrar las empresas".

En lugares, como por ejemplo Portell, la adaptación a los nuevos tiempos ha sido prácticamente obligada y de los centenares y centenares de fajas que, a mediados de los sesenta, salían de sus fábricas, ahora se ha pasado a la especialización en algunos productos, como los trapos de cocina. Además, según ha podido saber este periódico, la situación resulta cada vez más complicada para las firmas que todavía se mantienen activas en Portell y, poco a poco, la emigración de los trabajadores ha acabado siendo la guinda del pastel. Sin embargo, las antiguas fábricas de poblaciones como Cinctorres se resisten a cerrar de forma definitiva sus pequeñas producciones, y el característico sonido de los telares y de la llan§adora entrecruzando un nuevo hilo sigue siendo protagonista en un par de puntos del pueblo. Según la familia Querol, empresarios de la localidad, "deben quedar poco más de 100 telares funcionando de los cerca de 400 que podíamos encontrar en los sesenta". Fue precisamente a partir de los ochenta cuando la marcha de la población y los elevados costes de transporte y producción hicieron cerrar a la mayoría de los empresarios.

Pero la crisis del último tercio del siglo XX no solo ha afectado a la producción. Mucha gente de las poblaciones vivía del textil: "Solo hay que ver las señoras que había hace 20 años en la calle trabajando las fajas. Ahora a penas puedes ver dos", dice Querol. O los fajeros... Algunos recuerdan que, en Portell o Cinctorres, cerca de 80 salían para vender sus fajas por el mundo. Hoy, no lo hace nadie y pocos pueden explicar ya sus viajes de cientos de kilómetros en busca del cliente que, por el precio de cuatro, se llevaba tres y de menor tamaño. Cosas de fajeros... Los tiempos cambian y la llan§adora ya no va tan lanzada.