Dolor y satisfacción, dos estados contradictorios pero que a la vez se pueden llegar a complementar. Eso es lo que sienten la mayoría de personas cuando deciden dejar una huella artística en la piel. En la actualidad, hacerse un tatuaje no es ninguna novedad, cada vez son más los que cumplen su deseo de marcarse el cuerpo de forma permanente a base de tinta. Algunas obras son representativas y contienen un mensaje profundo, otras simplemente buscan ser un reclamo visual cuyo propósito inicial se basa en lucir palmito y seguir una moda. No obstante, para los verdaderos amantes de la aguja y los tintes, un tattoo es algo más que una imagen sobre la piel, pues representa toda una cultura artística. Mediterráneo contactó con tres profesionales de la tinta en Castellón que aportaron su opinión sobre este mundo en base a su experiencia profesional.

El primero de ellos, Emanuele Persanti (Sacred Pain Tattoo), está especializado en realismo y siente una gran predilección por plasmar personajes de ficción como Darth Vader de ‘Star Wars’, su mayor fantasía artística.

Mientras, Juan Branchadell (Marenostrum Tatto) se dedica al old school o estilo tradicional, y asegura que la temática marinera, véase el típico tatuaje de un ancla, es solicitada especialmente durante el periodo veraniego, siendo uno de los dibujos más demandados en su establecimiento.

Por su parte, David Di Bro (MagnaMara Tattoo) fusiona el realismo saturado con alguna mezcla de surrealismo, cubismo e incluso grafismo digital. Este artista destaca la variedad de gustos entre su clientela habitual, la cual es capaz de demandar desde retratos de familiares fallecidos que contactan con el cliente en los sueños, pasando por los tatuajes talismanes, entre otros.

Cada cliente posee un gusto particular, por ello no es de extrañar que en algunas ocasiones sorprendan con pedidos inusuales, dicen. Según Emanuele Persanti, una persona le llegó a pedir un gizmo, personaje de la película Gremlins de Joe Dante. El artista considera que es lo más extraño que le han hecho tatuar en Castellón, aunque ejemplos más curiosos existen, como bien le sucedió a Juan Branchadell, quien tatuó una palmera en el trasero de un cliente. En este sentido, David Di Bro asegura que la rareza en particular “depende del gusto de cada uno”, por lo que destacar algún ejemplo en concreto, no resulta ser una tarea sencilla.

Con respecto a la ética laboral, estos tres artistas se niegan categóricamente “a realizar obras que contengan mensajes homófobos, racistas y otros”, al tiempo en que evitan “copiar a otros profesionales”. De hecho, en el caso concreto de Emanuele Persanti, asegura que nunca llegará a tatuar nada que tenga relación con el mundo de la política.

Durante la época veraniega, son muchas las mujeres y los hombres que se aventuran a pasar por las manos de un profesional del tattoo, aunque lo común suele ser que los trabajos más laboriosos se lleven a cabo en invierno, temporada en la que son más fáciles de curar. No obstante, la demanda sigue creciendo y en Castellón cada vez son más los profesionales que no dan abasto.

Por otro lado, tatuadores y tatuados se quejan de la discriminación que sufren quienes deciden llevar tatuajes y tratan de acceder al mercado laboral, pues conseguir empleo no siempre resulta fácil, más en aquellos casos en los que estas obras destacan por un tamaño considerable.

Por último, los tatuadores también coinciden en que para ganarse la vida con esta profesión, se debe “trabajar duro” y “ser constante.” Progresar significa no tirar la toalla ni mirar atrás. Solo aquellos que amen el tatuaje en todas sus facetas serán los que realmente puedan aportar algo a esta profesión tan admirable. H