Vila-real dijo adiós ayer a los actos taurinos de las fiestas en honor a la Mare de Déu de Gràcia con un balance de lo más positivo.

Y es que, a lo largo de los festejos, miles de personas han abarrotado durante cada jornada el recinto de la vila, donde ayer se exhibieron las últimas reses.

Así, jornada comenzó con el tradicional encierro, en el que los protagonistas fueron los toros procedentes de la ganadería Germán Vidal, y donde decenas de mozos aprovecharon para apurar las últimas horas ante los astados, ofreciendo un espectáculo sin incidentes reseñables y con mucho juego para los allí presentes.

Ya por la tarde, los astados dejaron con ganas de más a los presentes. Las reses de Antonio López Gibaja y Fuente Ymbro no respondieron y los aficionados se quedaron con hambre en una sesión en la que los rodaors se encararon con los animales.

Poco después, las dos vacas cerriles de la ganadería Monteviejo acabaron de redondear una tarde única, en la que el público exprimió al máximo el último día.

Pero no sería hasta por la noche cuando la agenda taurina diría adiós de forma definitiva, con los mismos toros de la tarde embolados, ante la atenta mirada de cientos de aficionados que volvieron a llenar la vila.

La reina de las fiestas, Paula Rico, y sus damas de la corte de honor también disfrutaron de la velada, junto a autoridades municipales y del mundo de la fiesta. Ahora, todas las miradas están puestas en el cartel de Sant Pasqual, cara al 2015. H