El proceso de demolición de los antiguos juzgados de Vila-real no supondrá el corte al tráfico de las calles Ermita y Doctor Font --principales vías de circulación por el centro de la ciudad--, excepto en momentos puntuales. Así lo han asegurado tanto el alcalde, José Benlloch, como los concejales de Territorio y de Economía, Emilio Obiol y Pasqual Batalla, en respuesta a la preocupación mostrada al respecto por los residentes y comerciantes más próximos al inmueble que se va a derribar.

“El tránsito para los vecinos no se cerrará ni un solo día”, asevera el edil Obiol, aunque matiza que los momentos en los que tengan que acceder y salir los camiones para cargar y retirar los escombros sí que será necesario clausurar ambos viales, con la finalidad de facilitar la circulación de los vehículos pesados vinculados a la obra, así como para garantizar la seguridad de vecinos y peatones.

Asimismo, el responsable vila-realense de la Concejalía de Territorio explica que la calle Joan Pau II -que discurre junto a la iglesia arciprestal desde Compte Albay- “estará siempre abierta”, se cerrará a la altura de los antiguos juzgados, de manera que los residentes que dispongan de alguna cochera se verán obligados a entrar y salir por el mismo tramo.

Por su parte, el concejal Batalla insta tanto al vecindario como a los dueños de establecimientos del entorno a “sacrificarse 45 días --que es el periodo en que se establece la ejecución de los trabajos de demolición del inmueble y construcción de la nueva plaza en su lugar-- para realizar estas obras de las que los primeros beneficiarios serán quienes, en la actualidad, viven y trabajan en el entorno de esta zona”, resalta.

URGENCIA // Al respecto, las autoridades locales informaron el martes a las 130 personas que acudieron a la reunión que se convocó desde el consistorio de la necesidad de acometer con urgencia la demolición de este viejo edificio, tanto para evitar que, tras las próximas elecciones municipales, un nuevo ejecutivo pueda paralizar el proyecto --que los afectados comparten, aunque discrepen en que las labores se lleven a cabo a partir del 9 de marzo y apuestan por aplazarlas al verano-- como para eliminar los riesgos de seguridad y salubridad que origina el edificio.

Y es que, como indicó el alcalde Benlloch, desde el Ayuntamiento ya tuvieron que actuar con rapidez para volver a cerrar una de las puertas de acceso al recinto que alguien forzó para entrar.

Con todo, sigue respirándose la división existente entre los residentes de la zona centro de Vila-real en este sentido. Y es que mientras unos opinan que sería conveniente dejar el derribo para julio y agosto, otros consideran que “hay que coger este tren y no dejar que pase de largo”. H