La desembocadura del río Millars se ha cerrado definitivamente al Mediterráneo después de estar abierta durante casi 18 meses de manera ininterrumpida por su gola sur, localizada en el término municipal de Burriana, según informan fuentes del consorcio del paisaje protegido, presidido en la actualidad por Vila-real.

Un caudal ecológico «insuficiente» en el tramo final, desde aproximadamente el Pantanet de Santa Quitèria, es una de las causa principales de que en esta parte del cauce esté prácticamente seco, por cuanto únicamente recibe los aportes de las depuradoras de Vora Riu (Vila-real) y la localizada en Almassora.

En la actualidad, un cordón de unos tres metros de anchura formado por cantos rodados cierra este punto de la desembocadura por su margen derecho, generando un paraje de zona húmeda diferente y separado del Mediterráneo por una lengua de piedras. Históricamente, el cierre y apertura de las golas había sido un proceso provocado por factores naturales, como el estiaje del río (nivel mínimo de caudal provocado por la sequía) y los temporales de Levante. Los temporales marinos empujan con fuerza las piedras hacia tierra hasta conseguir cerrar la desembocadura si el Millars no baja con agua suficiente. Más tarde, las fuertes crecidas de otoño, con el aumento espectacular del caudal, logran reventar este cordón de cantos rodados y conectar el río con el mar.

FAUNA Y FLORA // La creciente salinización del último tramo de la desembocadura del Millars ante la falta de aporte de agua dulce han cambiado las condiciones ecológicas de este espacio, de manera que las especies de agua dulce han desaparecido o migrado. Es el caso de los galápagos europeo y leproso, así como aves típicas de este ecosistema, como son las pollas de agua o las fochas, que han cambiado su ubicación.