La luz de cientos de farolets iluminó ayer las calles de Vila-real en la tradicional procesión de retorno de la imagen de la Purísima Concepción. El recorrido partió desde la iglesia arciprestal para acabar en la sede social de la Congregación de Hijas de María Inmaculada. Un acto que sirvió para cerrar las fiestas anuales de esta entidad a la que están vinculadas cerca de 7.000 mujeres.

El solemne desfile fue un ejemplo del fervor con el que las purisimeras de la localidad han vivido un intenso programa de celebraciones, marcado en buena medida por los actos religiosos, pero sin olvidar las citas lúdicas.

El de anoche fue el acontecimiento que cerró los festejos de esta entidad vila-realense en un ciclo que ha contado con alta participación en todas y cada una de las propuestas. En especial, ha destacado la respuesta en las misas y las procesiones de las típicas jornadas de les casades y les fadrines, así como en la Velaeta, que llenó a finales de noviembre el Auditori Municipal y que supuso la participación de un centenar de integrantes --tanto niños como jóvenes-- de la asociación religiosa. Tampoco han faltado las iniciativas solidarias, como la cena y el bingo organizados a beneficio de la Joventut Antoniana.

Este lunes aún seguían colgando de cientos de balcones vila-realenses los cobertors o enseñas con los colores blanco y azul que identifican a esta organización mariana arraigada en la ciudad.