El alcalde de Vila-real, José Benlloch, plantea llegar a un acuerdo de futuro con los religiosos carmelitas de Vila-real --con los que se ultima el pacto para formalizar la donación por parte de la orden del terreno necesario para construir el pabellón polideportivo que tiene que sustituir al derribado Campió Llorens-- para convertir un espacio de su edificio de la calle Ermita en un segundo albergue para la ciudad, que complementaría el existente de la Mare de Déu de Gràcia, que está ubicado en el paraje del Termet.

Una idea que, aunque no tiene una fecha prevista de implantación, no desagrada a los religiosos carmelitas, que ya han mostrado su disposición a hablar sobre ello. De hecho, el prior de la orden en Vila-real, David Oliver, aseguró semanas atrás que los religiosos «estaríamos encantados de utilizar esta instalación para que fuese desde un albergue a un lugar en el que acoger a familias que no tienen dónde vivir o refugiados que no sabemos dónde ubicar». Pese a ello, reconoció que «lo más difícil de ese posible uso sería compatibilizarlo con el colegio, pero sería posible y todo es hablarlo y llegar a un acuerdo».

Y es que, en la actualidad, para acceder al recinto --que ya se utiliza para acoger a participantes en encuentros desarrollados por la orden o del colectivo de Juventudes Carmelitas (Jucar)--, y cuenta con unas 80 camas, es necesario atravesar el propio claustro del convento y subir unas escaleras, pasando por recintos de los que ahora hacen uso los escolares e, incluso, los propios religiosos.

Un acceso por el claustro que, como indica Benlloch, «lógicamente es inviable y no tendría sentido, por lo que tenemos un proyecto en la cabeza y sobre el que hemos hecho muchos números, de habilitar una entrada por la parte exterior del edificio conventual y escolar --concretamente por el vial Velòdrom, perpendicular a la calle Ermita--, con todo lo que necesitaría para conseguir darle legalidad y que exige la normativa para convertirlo en albergue, como es garantizar la accesibilidad y la supresión de barreras arquitectónicas con la colocación de un elevador, la instalación de extintores o la dotación de una salida de emergencia».

Con todo, Benlloch insiste en que, por el momento, es una idea en la que muestra su voluntad de «ir trabajando y que completará todo un proyecto que daría un servicio a una ciudad como Vila-real, que está necesitada de este tipo de espacios», en clara referencia a las elevadas cifras de uso del albergue Mare de Déu de Gràcia que llega a estar completo la práctica totalidad cada uno de los fines de semana del año.